La procrastinación, también conocida como ladrón de tiempo, es la acción -o incluso hábito- de retrasar actividades sustituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables. Teniendo en cuenta esta definición, ¿sientes que procrastinas en tu día a día o incluso en el trabajo? Descubre en este post qué es la procrastinación, por qué lo hacemos y ejemplos de procrastinación laboral.
La procrastinación, como hemos visto, es la tendencia a retrasar o postergar las tareas importantes en lugar de realizarlas de manera inmediata. Esa “postergación” puede deberse al miedo al fracaso, pereza, falta de motivación o a la distracción con tareas menos importantes.
Imagina que hoy tienes que entregar un informe importante en tu trabajo. Sientes mucha presión y ansiedad solo de pensar en enfrentarte a la hoja en blanco. Así que antes de empezar, decides ordenar la mesa de tu escritorio porque crees que eso te ayudará a concentrarte.
Esto es un claro ejemplo de procrastinar en el entorno laboral. Eres consciente de que estás evadiendo una tarea y que hacerlo es una mala idea por la importancia que tiene el informe, la fecha de entrega, las consecuencias que pueda tener en tu trabajo, etc. Y, aún sabiendo todo esto, lo evitas de todas formas.
Este hábito -muy común- puede ser perjudicial para la productividad y el bienestar emocional. Por ello, aunque a simple vista pueda parecer una cuestión de falta de organización o incluso de disciplina, su significado va más allá: la procrastinación emocional.
La procrastinación se asocia a emociones y factores psicológicos, convirtiéndose en un mecanismo de defensa que nos mantiene alejados de lo que podemos considerar estresante o desagradable. Entre las emociones que nos llevan a procrastinar se encuentran la respuesta al miedo, la incertidumbre o la presión por cumplir expectativas, enfrentarnos a tareas desafiantes o que nos generan ansiedad, etc.
En el artículo de Charlotte Lieberman, en The New York Times, nos presentan la procrastinación no como un asunto de holgazanería, sino de manejo de emociones. La explicación de esta afirmación se debe a que, al procrastinar, se evoca una sensación de “alivio” al no tener que enfrentarnos a la tarea inicial. Ese alivio se percibe como una recompensa, derivando en postergación de tareas una y otra vez.
Por eso la procrastinación no es un asunto de pereza o distracción, sino un círculo vicioso causado por la incapacidad de manejar estados de ánimo negativos.
Una vez asumida la definición de procrastinación y su origen (la procrastinación emocional), estos son algunos ejemplos de cómo procrastinamos en el trabajo::
Como ves, la procrastinación puede tener un impacto significativo en el entorno laboral, ralentizando el crecimiento y desarrollo de la organización y afectando negativamente la salud emocional de los empleados. Ataja la procrastinación y sus efectos en tu empresa proporcionando a tus trabajadores los servicios de psicología en el trabajo de Savia Empresas. Infórmate en nuestra web.