La articulación de la cadera es una de las más grandes del cuerpo, aunque la de mayor tamaño es la rodilla. Es una articulación con gran movilidad y muy resistente. Tiene forma esférica, compuesta por cavidad en el hueso pélvico llamada acetábulo donde se alberga la cabeza femoral. Está recubierta por una cápsula articular muy sólida que le confiere una gran estabilidad y un amplio arco de movimiento.
Entonces, ¿qué huesos forman la articulación de la cadera? La pelvis (concretamente una cavidad llamada acetábulo) y el fémur (concretamente su extremo proximal o cabeza).
Cuando se opta por un recambio de toda la articulación hablamos de una prótesis total de cadera y consiste en la sustitución de la cadera (cabeza de fémur y acetábulo) por una prótesis artificial. Esta es una de las intervenciones con mejores resultados dentro de la especialidad de Traumatología. Por supuesto, no está exenta de posibles complicaciones, pero su porcentaje es insignificante frente al de los éxitos obtenidos.
El acto quirúrgico suele tener una duración media de 90 minutos. Sin embargo, la estancia en el quirófano puede prolongarse hasta tres horas. Al principio debemos esperar el efecto de la inducción anestésica para ser intervenidos y, tras la cirugía, debemos esperar hasta la recuperación de la movilidad y sensibilidad de las extremidades para volver a nuestra habitación.
En general, estaría indicada en pacientes con dolor de cualquier causa y de intensidad no controlable con medicación y en aquellos pacientes con limitación funcional importante que tienen menguada su calidad de vida. Algunas posibles causas podrían ser: artrosis, artritis reumatoide, fractura, necrosis avascular, enfermedad ortopédica en la infancia, etc. Las dos principales causas serían la artrosis en edad senil y las fracturas secundarias a accidentes de tráfico de alta energía en pacientes jóvenes. No olvidemos las fracturas espontáneas (sin traumatismo desencadenante) en pacientes osteoporóticas.
La elección de la prótesis va a depender de varios factores: tipo de patología a tratar (fractura o desgaste articular), la edad del paciente, la calidad ósea y las enfermedades y comorbilidades (existencia de varias enfermedades a la vez) del paciente.
Las prótesis de cadera se clasifican en función de los huesos sustituidos:
El componente femoral consta de un vástago y una cabeza. El vástago suele ser de material metálico como acero o titanio, ambos muy resistentes. La cabeza unida al vástago suele estar fabricada en cerámica, acero o polietileno de alta densidad.
El componente acetabular: tiene una parte metálica (acero, titanio o tantalio), que se une al hueso. La parte que contacta con la cabeza es de cerámica o polietileno.
Existen dos sistemas de anclaje:
Tras la colocación de la prótesis saldremos de quirófano con unos drenajes llamados redones, que son unos tubos flexibles de material plástico o silicona con dos extremos: uno de ellos se coloca en el interior de la cavidad intervenida por donde se aspira el material hemático post-quirúrgico y el otro extremo está conectado a un envase de plástico en forma de botella donde se recoge todo el material aspirado y se cuantifica durante 48 horas. Por ello, durante esas horas sólo podremos, como mucho, sentarnos. Cuando nos retiren los redones ya podremos empezar a deambular de forma progresiva y siempre bajo la supervisión de los fisioterapeutas.
Debemos potenciar precozmente el tono muscular para evitar la flacidez muscular que dificultaría la recuperación. Aprovecharemos nuestra estancia en el hospital (normalmente de tres a ocho días) para iniciar la rehabilitación.
Sería óptimo salir del hospital habiendo logrado algunos avances: subir y bajar de la cama sin ayuda, ir al baño, caminar con caminador, bastón o muletas, y realizar ejercicios de tonificación muscular. En personas incapaces de conseguir estos objetivos puede contemplarse la posibilidad de trasladarlos a un centro de convalecencia intermedia donde recuperarse tras la cirugía, antes de volver al domicilio.
Al darnos el alta definitiva nos facilitarán información, tanto médica como de higiene y hábitos:
Después de una cirugía de reemplazo de cadera, confiaremos en recuperar nuestro estilo de vida anterior, pero sin dolor. Nos llevará un tiempo volver a realizar las actividades diarias con normalidad. Nuestra predisposición y colaboración en la rehabilitación será determinante. Asimismo, nuestro rehabilitador nos indicará nuevas maneras de realizar las tareas cotidianas con la nueva cadera. Si la evolución es favorable podrás volver a caminar, nadar y realizar actividades físicas de bajo impacto en menos tres meses. Y, por supuesto, tenemos que ser conscientes de lo que no debemos hacer, como cruzar las piernas estando sentados o realizar movimientos bruscos y con mucha energía.
Nuestra flamante cadera nos permitirá muchos años de autonomía, pero no olvidemos que dependerá de las circunstancias personales. Los estudios demuestran que más del 80 % de todas las prótesis de cadera duran al menos 15 años, y más del 70 %, al menos 20 años. Por lo tanto, disfruta de ella todo lo que puedas. Y no te preocupes si tienes que ser sometido a una cirugía de reemplazo pasado este tiempo, pues el recambio protésico te durará 15 o 20 años más.