¿Cómo podemos definir la disnea? Es una sensación subjetiva de malestar respiratorio en la que uno nota que su respiración es cualitativa y cuantitativamente insuficiente. Hacemos referencia a disnea aguda si se instaura en minutos, horas o unos pocos días. Puede deberse a patologías de nueva aparición o a patologías crónicas reagudizadas como puede ser una crisis asmática o una descompensación en un paciente crónico respiratorio.
¿Qué sospecharemos ante una disnea de inicio brusco? Debemos descartar entidades relevantes como neumotórax espontáneo, neumonía, embolismo pulmonar, angioedema, arritmia cardiaca, infarto agudo de miocardio, insuficiencia cardíaca, crisis de pánico…. Una apreciación respecto a la disnea psicógena (de causa no orgánica), que será diagnosticada como tal sólo tras descartar todas las otras posibles causas. Como curiosidad, las principales causas de disnea en la infancia serían la bronquiolitis, la epiglotitis, la laringitis, la aspiración de un cuerpo extraño, etc.
Existen diferentes clasificaciones que se manejan en función de la patología de base que tenga el paciente. Las dos clasificaciones más empleadas son:
Clasificación de la New York Heart Association (NYHA): recomienda su escala para medir la disnea y definir la capacidad funcional en pacientes con insuficiencia cardiaca de base. Cuantifica cuatro clases:
La escala de disnea del Medical Research Council es la recomendada por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) cuando hay una enfermedad pulmonar obstructiva de base. Hablaríamos de:
Centrándonos en la disnea aguda de cualquier causa debemos remarcar que es siempre una situación potencialmente grave que requiere una actuación médica urgente. El manejo es complicado, siendo necesario administrar, de forma inmediata, fármacos vía parenteral (endovenosa o intramuscular) así como otras medidas de apoyo como oxígeno en forma de mascarilla a alto flujo con medicación broncodilatadora. No podemos dudar. Debemos acudir inmediatamente a urgencias donde, si es factible, se hará un interrogatorio dirigido (en ocasiones el estado del paciente no nos lo permite y debemos interrogar a los acompañantes o, actuar directamente), una exploración (fundamental es la auscultación y la monitorización de la saturación de oxígeno o pulsioximetría) y administraremos medicación parenteral y, muy probablemente, una nebulización. Por supuesto, si se trata de un paciente con antecedentes respiratorios y dispone de un aerosol broncodilatador en casa puede administrárselo hasta ser visitado médicamente.
Sin duda, la causa de disnea que más angustia a cualquier edad es la debida a una anafilaxia que suele instaurarse en pocos minutos y acompañarse de sensación de ausencia de entrada de aire y de muerte inminente. Es debida a una reacción de hipersensibilidad sistémica. Es grave y puede ser mortal. Se trata de una reacción aguda, con presentaciones clínicas variadas. Puede progresar rápidamente hacia la obstrucción de la vía aérea o una situación de shock. Por ello, en urgencias, ante un caso de disnea aguda grave por anafilaxia actuaremos de forma muy dirigida y sospechando las principales causas: farmacológica (sobre todo por alergia a antibióticos y contrastes radiológicos), alimentaria (alergia a frutas, frutos secos, marisco, pescado, huevo o leche, fundamentalmente) o picaduras de insecto.
Especial alarma nos creará el paciente que esté obnubilado o adormecido, con mucosas azuladas o cianosis (indicativas de poca o insuficiente oxigenación tisular), una frecuencia cardíaca o respiratoria elevadas (sugieren esfuerzo compensatorio), hipotensión, tiraje intercostal (o sobrecarga de musculatura respiratoria), ruido al inspirar o saturación de oxígeno baja. Cuando el paciente está estabilizado, en caso de disnea leve-moderada (estando el paciente bien ventilado) realizamos una batería de pruebas (radiografía de tórax, electrocardiograma, analítica, gasometría…)
Cuando la disnea es progresiva en su evolución sospecharemos una afectación cardiaca, una enfermedad pulmonar o una anemia. Es este caso la instauración será lenta y a su vez progresiva.
En cuanto al tiempo de duración, hablaremos de disnea crónica para referirnos a aquella de más de un mes de evolución.
Asimismo, es importante hacer mención de determinadas situaciones que pueden agravar la disnea y le confieren un nombre específico. Para tu conocimiento te nombraré las más comúnmente empleadas entre el colectivo médico:
La mayoría de los pacientes con disnea crónica tiene uno de estos diagnósticos de base: asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad intersticial pulmonar, disfunción miocárdica u obesidad/sedentarismo.
Todo paciente con disnea debe ser valorado de forma integral. Asimismo, es importante la valoración de otros posibles síntomas que describa como dolor torácico, palpitaciones, tos, dolor al tragar, fiebre, etc.
En el momento del estudio es muy importante descartar las dos principales causas: respiratoria y cardíaca. La secuencia óptima de las pruebas diagnósticas a utilizar en la disnea crónica no está establecida. Se solicitan pruebas diagnósticas de forma secuencial, en función de las características clínicas del paciente, por ejemplo, en un paciente con sospecha de patología respiratoria la primera prueba sería una espirometría para evidenciar su capacidad pulmonar mientras que ante la sospecha de insuficiencia cardiaca empezaríamos con un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
Existe una prueba específica que empleamos en urgencias cuando una persona sufre una crisis de disnea y sospechamos una insuficiencia cardíaca. Se trata del llamado Péptido natriurético y nos permite saber con rapidez si se trata de una insuficiencia cardíaca o no. Valores elevados sugieren cierto grado de insuficiencia cardíaca y se asocia a peor pronóstico. Sus concentraciones en sangre están relacionadas con la gravedad de la insuficiencia cardíaca. Si los resultados son normales debe pensarse en otra posible causa de los síntomas, distinta de la insuficiencia cardíaca. Esta determinación sanguínea la utilizamos con frecuencia.
El estudio posterior del paciente dependerá de la orientación diagnóstica (respiratoria, cardíaca, ansiedad…). El tratamiento dependerá, obviamente, de la causa que los ha llevado a la disnea. En ocasiones, existe más de una causa que contribuye a la presencia de disnea, y ello debe ser tenido en cuenta a la hora de prescribir el tratamiento. No obstante, no podemos dudar en la conducta a seguir ante un caso de disnea aguda o crónica descompensada: ¡debemos acudir a urgencias!