La hemartrosis o hemartros hace referencia a la presencia de sangre dentro de una cavidad articular producida por una hemorragia o derrame, que suele aparecer en grandes articulaciones como la rodilla.
La hemartrosis produce un aumento de líquido dentro de la articulación y, con ello, un aumento de la presión intraarticular, lo que conlleva la aparición de dolor, inflamación, enrojecimiento, deformidad y disminución de la movilidad de la articulación afectada. Esta movilidad reducida, si persiste a largo plazo, puede desencadenar alteraciones musculares de aquellos músculos que movilizan la articulación.
Una de las causas más frecuentes de la aparición de una hemartrosis es el padecimiento de hemofilia, ya que, debido a las alteraciones en la coagulación de la sangre que sufren estos pacientes, tienen mayor predisposición a alteraciones con sangrado espontáneo. Igualmente, puede aparecer en otras alteraciones o déficit de la coagulación de la sangre, así como en aquellos pacientes que deben tomar anticoagulantes orales.
Otra de las posibles causas es que el paciente deba ser sometido a un tratamiento trombolítico, por ejemplo, tras padecer un infarto, que precipite una hemorragia intraarticular.
Enfermedades graves como neoplasias del aparato locomotor que puedan afectar a estructuras articulares (condrosarcomas, osteosarcomas, etc) u otro tipo de enfermedades que pueden producir hemartros son la sinovitis vellonodular pigmentada.
Traumatismos que afecten a las estructura de la articulación también pueden producir una hemartrosis, por ejemplo, aquellos que puedan producir lesiones de algunos ligamentos, fracturas óseas, lesión de la membrana sinovial o de los meniscos en la articulación de la rodilla, etc.
También pueden desencadenarlo aquellas enfermedades que producen inflamación articular ya sea por infecciones como la artritis séptica o por afecciones reumáticas o vasculares, como la osteocondritis disecante.
Además, se puede producir una hemartrosis en aquellos procesos quirúrgicos o exploratorios de cualquier articulación como en las artroscopias o tras cirugías abiertas.
Como tratamiento no farmacológico inicial para la disminución de la inflamación se puede aplicar frío local, además de la inmovilización transitoria de la articulación para que permanezca en reposo con vendaje compresivo. Además, debe controlarse el dolor con fármacos analgésicos y antiinflamatorios. En pacientes hemofílicos también suele ser preciso la administración de factores de la coagulación.
Si el derrame es severo, puede ser necesaria la evacuación del líquido acumulado en la articulación mediante una artrocentesis. En pacientes que padecen hemofilia, en ocasiones se precisa un tratamiento diferente para eliminar el sangrado de la membrana sinovial de la articulación mediante la acción de una sustancia radioactiva, técnica llamada sinoviortesis, con lo que se consigue su destrucción. Otra alternativa es proceder a la eliminación quirúrgica de la membrana sinovial mediante una sinovectomía.
En el proceso de recuperación tardía, la fisioterapia y rehabilitación es una terapia fundamental para poder recuperar de forma progresiva la movilidad de la articulación con la estimulación de la función muscular que moviliza la misma.
Para el diagnóstico de la hemartrosis, el médico realiza un interrogatorio al paciente sobre sus antecedentes personales, si padece una patología de la sangre, si toma algún medicamento que interfiere en la coagulación sanguínea, si ha tenido algún traumatismo, etc. Tras ello, procede a la exploración física de la articulación para objetivar los signos inflamatorios y la disminución de la capacidad funcional de la articulación.
Después, se pueden realizar pruebas de imagen como una radiografía o una resonancia magnética nuclear. Pero, habitualmente, lo que determina el diagnóstico es la punción con aspiración intrarticular del líquido que ha derivado en la tumefacción de la articulación. Con ello, se analiza en el laboratorio el líquido extraído corroborando el diagnóstico con la detección de sangre dentro del líquido intraarticular, algo que puede observarse en la mayoría de las ocasiones a nivel macroscópico cuando se realiza la extracción del líquido.
El factor desencadenante es la rotura de un vaso sanguíneo con producción de una hemorragia a nivel intraarticular, provocado por un traumatismo, enfermedad inflamatoria o hematológica, o por una técnica diagnóstica o quirúrgica en la articulación.
Dependiendo de la evolución de la hemartrosis y el tiempo de inmovilización de la articulación, así como de si los episodios se repiten o son causados por enfermedades graves de base, pueden aparecer complicaciones como la pérdida de masa muscular y fuerza de la musculatura que moviliza esa articulación, alteraciones de la estructura de la articulación (cartílago articular, etc.), deformidad de la articulación y dolor crónico de la misma, entre las complicaciones más frecuentes.
La prevención puede basarse, sobre todo, en los pacientes que padecen hemofilia, en evitar el estrés de actividades deportivas que impliquen impactos de alta energía como la carrera, fútbol, etc. Así como evitar situaciones en las que sea más fácil poder sufrir un accidente espontáneo (tropiezos, resbalones, caídas en escaleras, etc.). Además, estos pacientes, por las características de su patología, deben evitar determinados fármacos que favorecen el sangrado como el ácido acetilsalicílico, por ejemplo. Igualmente, deben tener precauciones de estas características aquellos pacientes que tomen fármacos anticoagulantes.
Se trata de la presencia de una hemorragia intraarticular producida tras la realización de una artroscopia (técnica utilizada para la realización de un diagnóstico o un tratamiento en una articulación mediante la cual se introduce una cámara pequeña dentro de la articulación por medio de pequeñas punciones). Puede ser uno de los riesgos que se produzcan al realizar la técnica debido a la lesión de alguna estructura que sangre hacia la articulación.
Ambos términos determinan un aumento de líquido dentro de la articulación. En el caso de la hemartrosis, el aumento de líquido viene provocado mayoritariamente por un sagrado y, en la hidrartrosis, se establece un aumento de líquido sinovial, el líquido que encontramos de forma fisiológica en las articulaciones.