Se entiende como lactancia prolongada aquella que se extiende más allá de lo común socialmente. Es, por tanto, diferente dependiendo de la sociedad en la cual nos encontremos.
En España, se considera una lactancia prolongada la que se extiende más allá del año de vida del bebé. En este momento el bebé suele alimentarse con una gran variedad de alimentos, no siendo necesario el complementarlo con la lactancia materna. En muchos casos la lactancia se prolonga hasta los 4 años de vida sin que esto suponga ningún problema para el niño.
En los tiempos pasados, aún en nuestra cultura, era muy normal mantener la lactancia por períodos más largos.
La OMS considera que la lactancia natural debe de ser única hasta los seis meses de edad y que es bueno mantenerla hasta los dos años, acompañando a la ingesta de otros alimentos, pero recomienda que se mantenga tanto tiempo como la madre y el niño quieran.
Los beneficios para el niño de una lactancia prolongada son:
Los beneficios para la madre son:
No se han demostrado riesgos ni para la madre, ni para el niño por mantener la lactancia, tampoco se ha demostrado relación con desnutrición en la madre, ni que produzca caries infantil.
No se ha demostrado tampoco mayor riesgo para la madre por continuar con la lactancia ante un nuevo embarazo e, incluso, se puede continuar con la lactancia del hijo mayor a pesar de amamantar al pequeño, si bien, esto puede suponer una sobrecarga para la madre y crearla sentimientos de duda por continuar amamantando al hijo mayor.
Las madres que continúan con la lactancia de forma prolongada pueden sufrir un rechazo social por parte de su entorno, es por ello que siempre debe contar con el apoyo de los profesionales, que les darán pautas a seguir. Mantenerse en contacto con grupos de madres que continúan la lactancia hacen más fácil continuar con ella y sentirse apoyada en sus deseos.
En los casos de amenaza de parto prematuro sí puede ser necesario interrumpir la lactancia.
Existen múltiples mitos sobre la lactancia prolongada, entre ellos que las madres que lactan no se quedan embarazadas. Esto es falso. Si una madre que lacta no quiere quedarse embarazada, debe poner medidas anticonceptivas ya sea por medio de progestágenos o con métodos de barrera, aun cuando no se tenga la regla, la madre puede quedarse embarazada.
Otro mito se refiere a que los niños que se amamantan más largo tiempo son más dependientes. Esto es falso. Ningún niño se hace más dependiente por este motivo.
También se habla de que puede afectar a la salud de la madre, todo lo contrario, las madres que amamantan más largo tiempo, tienen menor probabilidad de tener cáncer de mama o genitales y menos probabilidad de desarrollar hipertensión o diabetes mellitus, tampoco supone un detrimento de la nutrición del niño que completa su dieta alimentaria con la leche de su madre en vez de la leche de vaca que se le daría.
La lactancia prolongada otorga una serie de beneficios a largo plazo a la madre, tales como que disminuye la incidencia de cáncer de mama, de ovario o de endometrio. Esta disminución es mayor cuanto más se prolonga la lactancia.
Reduce el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 cuando la lactancia se prolonga más allá de los seis meses, se cree que está mediado por las hormonas de lactancia y su influencia sobre el páncreas.
Aunque dar de mamar disminuye ligeramente los niveles de calcio circulante, esto no se traduce en un aumento de la pérdida de calcio, ni de osteoporosis, ya que se produce un aumento de la calcitonina que fija el calcio en los huesos durante la lactancia.
Ayuda a disminuir el peso, ya que la madre precisa unas 500 calorías para producir un 500 mililitros de leche, que es lo que consume un niño de más de dos años.
Además, minimiza hasta el 52 % la posibilidad de desarrollar hígado graso, un 53 % el riesgo de sufrir esclerosis múltiple y hasta un 25 % el riesgo de tener un ictus.