¿Sabemos lo que es un linfedema? Es una tumefacción progresiva de una parte del cuerpo por acúmulo de líquido intersticial rico en proteínas. Se debe a una alteración en el transporte del sistema linfático que produce un aumento de volumen de las partes blandas. Puede producirse por alteraciones en los propios vasos linfáticos o por una obstrucción de los vasos o ganglios linfáticos.
La linfa es un líquido transparente pobre en proteínas y rico en lípidos. Se parece a la sangre, pero no es roja porque las únicas células que contiene son los leucocitos o glóbulos blancos. La sangre tiene color rojo por su alto contenido en hematíes, que le confieren ese color.
La linfa procede del exceso de líquido de los capilares que está ubicado en el espacio intercelular, que es recogido por los capilares linfáticos y llevado a los vasos linfáticos cuyo conducto principal drena en la venas subclavias. Por tanto, se trata de un sistema de drenaje.
Recordemos que la principal función del sistema linfático es la inmunidad, aunque también se encarga de extraer el líquido intersticial de los tejidos y de transportar los ácidos grasos.
La causa más frecuente de linfedema en el mundo es la filariasis o grupo de enfermedades parasitarias en el humano, normalmente tropicales, que son transmitidas en forma de larva o microfilaria por un artrópodo (generalmente mosquito o grandes moscas).
En los países desarrollados la causa más frecuente de linfedema es la neoplasia o cáncer ya sea por la enfermedad en sí o como consecuencia del tratamiento de la misma. Es más frecuente en las extremidades, pero también puede afectar a cabeza, cuello, tronco y región genital.
El linfedema suele ser indoloro, pero produce incomodidad así como deformidades y asimetría (respecto al lado sano) con afectación estética y limitación para la movilidad. Supone un aumento de riesgo de infección del líquido atrapado que podría requerir el uso de antibiótico e incluso una hospitalización (en este caso provocará dolor intenso). Para el paciente puede tener una repercusión psicológica con afectación del estado de ánimo.
Cuando el edema o tumefacción está en estado avanzado resulta prácticamente imposible pellizcar la piel por la tensión a la que está sometida. Asimismo, la piel puede presentar cambios en la coloración (en los estadios iniciales la piel suele tener un color rojo rosado y leve aumento de la temperatura mientras que en los casos de larga evolución la piel aparece engrosada y rugosa similar a la piel de naranja).
La clasificación más extendida es la que diferencia el linfedema primario del secundario:
En cuanto al grado de afectación podríamos clasificarlo como leve, moderado y grave en función del aumento de perímetro de la extremidad afecta: leve (aumento de 3 cm) moderada (de 3 a 5 cm) y severo (mayor de 5 cm). Tenemos que decir que cuando la afectación es muy severa puede derivar en la llamada elefantiasis linfostática (irreversible y debida a ataques inflamatorios repetidos).
Debemos inspeccionar la piel (color, temperatura, superficie, extensión), así como el perímetro de la extremidad. Por supuesto, compararemos la extremidad afectada con la contralateral, aunque pueden existir casos con afectación bilateral.
Para controlar la evolución emplearemos un registro evolutivo del perímetro tomado con cinta métrica. En zonas de difícil medición podemos realizar un seguimiento mediante fotografías seriadas.
Ante la aparición de un linfedema siempre debemos buscar una posible causa. Existe una prueba específica, la linfogammagrafía, que nos confirmará si el origen del edema es linfático (primario). Realizaremos otras pruebas cuando tengamos sospecha de una enfermedad de base.
Pero, ¿todas las inflamaciones son debidas al acúmulo de líquido? Definitivamente no. Debemos descartar otras causas ante un aumento de volumen de una extremidad, por ejemplo, una trombosis venosa profunda, celulitis, artritis, etc. Cuando existe afectación bilateral podremos pensar en un fallo orgánico (renal, una insuficiencia cardíaca o una alteración tiroidea).
En la mayoría de los casos el tratamiento es conservador. Sólo en el 5% será necesaria la cirugía para abordar la causa que lo provoca.
El tratamiento conservador consiste en el seguimiento evolutivo para detectar posibles complicaciones y tratarlas precozmente y en la aplicación de medidas de confort como la elevación de la extremidad, la realización de ejercicio físico o rehabilitación (drenaje linfático manual), el uso de vendajes compresivos o cabestrillo y el cuidado de la piel. Existen otros tratamientos en fase de investigación, pero aún no están protocolizados.
El tratamiento de elección resulta de la combinación de todos ellos: drenaje linfático manual, vendaje compresivo y ejercicios. La constancia en la realización de los ejercicios por parte del paciente conlleva una buena evolución de los síntomas en muchos casos. Si es tu caso no desfallezcas, realiza cada día unos ejercicios más que el día anterior, y podrás comprobar la evolución.