Son muchas las cremas faciales que incluyen entre sus ingredientes estrella el ácido hialurónico pero, ¿por qué? El motivo es que se trata de una sustancia viscosa que lubrica e hidrata, y que forma parte de las articulaciones, del ojo y de la dermis. Tiene, entre sus propiedades químicas, la capacidad para retener grandes cantidades de agua (puede retener hasta 1000 veces su peso en agua), y por lo tanto puede emplearse como un potente hidratante para la piel. Descubramos más acerca de esta sustancia.
El ácido hialurónico es útil para diversas especialidades médicas: reumatología, traumatología, medicina estética y oftalmología.
En dermatología tiene uso para el llamado “rejuvenecimiento facial”. Puede usarse como relleno para el tratamiento de imperfecciones como arrugas, ojeras y en zonas con pérdida de volumen. Se administra mediante infiltraciones, es decir, se inyecta sobre la zona a tratar. Debe emplearlo siempre un médico titulado, ya que estas infiltraciones pueden acarrear efectos secundarios como endurecimiento y reacciones sobre la zona tratada, hematomas o irritación. Como es una sustancia no ajena al organismo, se reabsorbe de forma natural, es decir, no es un relleno permanente. Sus efectos duran entre seis y 12 meses.
También es útil para hidratar la piel en diferentes preparados en cremas o “sérums”, y para favorecer la curación de úlceras en la piel de las piernas o en la boca (las comunes aftas que son muy dolorosas y molestas).
Tiene además un efecto protector sobre la piel, al potenciar antioxidantes que compensan las alteraciones que produce la luz ultravioleta sobre las células. Esto contribuye a su efecto anti-envejecimiento y a sus propiedades para mejorar el aspecto estético de la piel.
Además de su utilización en dermatología y medicina estética, el ácido hialurónico tiene aplicaciones en campos distintos de la medicina: