La unión pieloureteral es la zona donde los diferentes conductos que salen del riñón y recogen la orina se unen y conforman el uréter, que desciende hasta la vejiga y transporta la orina. Esta zona es la localización donde con mayor frecuencia se producen las obstrucciones de la vía urinaria por encima de la vejiga.
Son varias las causas que pueden originar esta alteración pero todas ellas provocan un trastorno en el tránsito normal de la orina. Las principales causas de la estenosis de la unión pieloureteral son:
Sea cual sea la causa, la compresión produce una hidronefrosis, es decir, una dilatación de los tejidos del riñón y consecuentemente un fallo progresivo de la función renal. La mayoría de los casos la alteración se inicia en el estado fetal y va progresando hasta la vida adulta. Sin embargo, no se suele diagnosticar hasta la tercera década de la vida porque, en general, no da síntomas hasta que no existe una alteración marcada o bien se diagnostica casualmente durante la realización de otra prueba complementaria.
Lo más frecuente es que la alteración se dé en el lado derecho y sobre todo en varones; no obstante, en un 10-20% de los casos la alteración puede ser bilateral. Puede asociarse a otras alteraciones renales congénitas, como el riñón en herradura. Cuando se manifiesta suele hacerlo en forma de un dolor en la zona lumbar que recuerda al de un cólico nefrítico pero de características más sordas, menos intenso. Es frecuente que, a causa de la dificultad para drenar la orina, estos pacientes presenten también litiasis renales. También es frecuente que los pacientes refieran la presencia de sangre en la orina o bien infecciones de orina de repetición.
El tratamiento de esta estenosis se basará en su corrección quirúrgica, que es lo que se llama una pieloplastia. A lo largo de los años las diferentes técnicas para realizar una pieloplastia han ido evolucionando para ser cada vez menos cruentas, siendo las opciones endoscópicas las menos agresivas para el paciente y con una mejor posoperatorio. La pieloplastia tiene dos objetivos fundamentales: detener el deterioro progresivo de la función renal y aliviar los síntomas que la obstrucción produce.
Los tipos de pieloplastia pueden ser:
La pieloplastia mediante cirugía abierta es la técnica más agresiva, se hace bajo anestesia general, se accede a la unión de la pelvis renal y el uréter y se secciona la zona para vencer la estenosis. Esta técnica tiene una tasa de éxito a largo plazo que oscila entre el 65% y el 100%.
La pieloplastia laparoscópica consigue unas tasas de éxito similares a las de la cirugía abierta y su ventaja es que se trata de una intervención menos agresiva para el paciente, de manera que se reduce la morbilidad que conlleva la cirugía abierta, así como el tiempo de hospitalización y las posibles complicaciones de la cirugía. Durante la cirugía se distiende el abdomen con gas y se accede al interior de la cavidad con una cámara. Se identifica el uréter, se secciona la parte estrechada y se vuelven a unir las partes sanas. La tasa de éxito de esta técnica oscila entre el 80% y el 100% y su principal desventaja es que el tiempo de la intervención es más largo dada su complejidad técnica y, en general, pueden darse más complicaciones que en las técnicas endoscópicas, aunque con un menor riesgo de sangrado.
La pieloplastia endoscópica consiste en acceder a la unión pieloureteral a través del conducto de la orina. Se accede por la uretra mediante una cámara, se llega a la vejiga y se asciende por el uréter hasta llegar a la zona estrechada, que se secciona mediante una cuchilla, un electrodo o bien mediante láser. Asimismo, se puede realizar una dilatación de la zona estrechada mediante un balón que se hincha a presión y que suele precisar que se realice también un pequeño corte en la zona estenosada. La gran ventaja de la pieloplastia endoscópica es la escasa morbilidad asociada que conlleva y un posoperatorio más breve; de hecho, esta intervención puede incluso hacerse de manera ambulatoria o con ingreso de solamente una noche. Sin embargo, el principal inconveniente de esta técnica es que presenta un mayor riesgo de sangrado. Con todo, la tasa de éxito global de esta técnica oscila entre el 70% y el 100%.
Tras cualquiera de estas técnicas se procederá a dejar puesto un catéter de drenaje. Este catéter puede ser del tipo llamado doble jota o pig-tail para ayudar al vaciado del riñón mientras cicatriza la nueva unión que se ha realizado. El catéter se coloca por vía endoscópica y se ancla a la parte alta del uréter y a la vejiga. Este catéter se deja aproximadamente unas 6 semanas y se retira de forma ambulatoria en la consulta del urólogo. En caso de que no pueda colocarse este catéter otra opción es dejar un drenaje externo, una nefrostomía, opción que es la más habitual cuando se realiza una pieloplastia abierta.
Si se tiene usted que someter a una pieloplastia por un problema renal confíe en su urólogo y plantéele todas las dudas que pueda tener.