Las relaciones sexuales se vinculan de diferentes formas con la salud. En primer lugar, las relaciones sexuales constituyen un elemento importante de la calidad de vida de las personas y de la salud física y psicológica. En segundo lugar, los problemas de salud pueden afectar a la sexualidad. De este modo, afecciones como la diabetes, el dolor crónico, la depresión, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, entre otras, pueden afectar al funcionamiento sexual. Finalmente, las relaciones sexuales pueden ser una vía de propagación de infecciones, las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
La nueva pandemia de la COVID-19 plantea nuevos retos en las relaciones humanas, incluyendo las relaciones sexuales, ya que son una posible vía de contagio.
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Salud sexual durante la pandemia
En tiempos de pandemia, las intervenciones que incluyen períodos prolongados de cuarentena, el distanciamiento social y el confinamiento en el hogar tienen efectos en las relaciones personales. La salud sexual también se puede ver afectada, con la influencia que ello supone sobre la calidad de vida en el corto y largo plazo.
Las investigaciones en el campo de la sexualidad muestran una asociación entre el sexo y una mayor satisfacción, mayores niveles de confianza, intimidad y amor en las relaciones. De igual modo, las relaciones sexuales determinan una capacidad mejorada para percibir, identificar y expresar emociones y un mayor grado de madurez en el funcionamiento psicológico.
En muchos aspectos, las relaciones sexuales, junto a muchos otros elementos, se están viendo afectados por la pandemia de la COVID-19, con la repercusión que esto puede tener para las relaciones de pareja y la salud.
Hasta la fecha se sabía que los coronavirus no se transmiten a través del contacto sexual, si bien sí se pueden identificar en las heces y secreciones intestinales.
En el caso del SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19, no existen evidencias de que pueda ser transmitido a través de relaciones sexuales vaginales o anales, si bien no es descartable que estas puedan producirse, ya que, por ejemplo, el nuevo coronavirus ha podido ser detectado en el semen de pacientes convalecientes de COVID-19. De este modo, el virus podría estar presente y proliferar en el tracto reproductor masculino, especialmente en presencia de inflamación sistémica. Incluso, aunque el virus no se replicase dentro del sistema reproductor masculino, sí podría persistir.
En este sentido, si pudiera probarse en futuros estudio que el SARS-CoV-2 se transmite sexualmente, la transmisión sexual podría ser una parte crítica de la prevención de la expansión de la enfermedad. La abstinencia, las prácticas sexuales seguras y el uso de preservativo podrían considerarse medios preventivos necesarios.
Por otro lado, sí se han encontrado evidencias de transmisión oro-fecal de la COVID-19 y eso implica que las prácticas oro-anales pueden representar un riesgo de infección.
En mujeres embarazadas con la infección que dieron a luz mediante parto vaginal no se ha observado transmisión al feto de forma generalizada, por lo que la transmisión transvaginal no parece ser una vía clara de contagio.
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En el caso de las parejas estables, no es necesario establecer precauciones con el coronavirus, si ninguna de las dos personas presenta síntomas. Tampoco si ya han pasado la enfermedad y no están en periodo de incubación o de cuarentena o tienen anticuerpos, y si no han tenido relaciones recientes con otras personas.
En el caso de relaciones con parejas ocasionales, al igual que estornudar y toser sin la distancia de uno o dos metros, supone un riesgo, besarse lo supone todavía mayor. En términos de riesgo de transmisión de SARS-CoV-2, durante la práctica de relaciones sexuales, algunos estudios han mostrado que la mayor cantidad de virus están presentes en la saliva y, por lo tanto, besarse se convierte en una práctica arriesgada. De este modo, los encuentros sexuales con parejas ocasionales requerirán de ciertas medidas para prevenir el coronavirus. Estas serán similares si la relación es con una pareja estable si alguno de los miembros de la pareja presenta síntomas o ha dado positivo de COVID-19 [link contenido COVID-19]. En estos casos lo más conveniente es llevar a cabo prácticas sexuales seguras.
En cualquier caso, es preciso tener presente que la incubación de la enfermedad es larga (hasta 14 días) y que hay personas que no presentan síntomas, pero sí pueden contagiar.
En definitiva, cada pareja puede realizar la práctica sexual que más le guste, manteniendo medidas preventivas que eviten el contagio. La primera recomendación es evitar los besos e incluso el uso de la mascarilla durante la práctica sexual.
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En definitiva, mantener relaciones sexuales con una nueva pareja es una práctica arriesgada. La única forma segura es tener relaciones sexuales con la pareja habitual o poner en práctica relaciones sexuales seguras como el sexo virtual, una práctica que muchas parejas pueden haber descubierto o haber puesto en valor durante el confinamiento.
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