El acné, conocido también como acné vulgaris, es un trastorno de la piel que ocurre cuando los folículos pilosos se tapan con grasa y células cutáneas muertas. Esto ocasiona la aparición de comedones (puntos negros y blancos), granos, o lesiones inflamatorias en diferentes partes del cuerpo y que pueden dejar marcas o cicatrices a quienes lo padecen.
Es una patología dermatológica muy común, no grave, pero que produce un cambio y disminución de la calidad de vida de las personas afectadas.
Se estima que aproximadamente el 80% de los adolescentes lo padecen en distintos tipos y niveles de gravedad, y que casi un 20% de adultos también lo presentan, aunque puede afectar en todas las edades, siendo más frecuente en mujeres que en hombres.
Existen diferentes tipos de acné, que implican diversas manifestaciones externas de la enfermedad, como son:
El acné se debe a una inflamación de las glándulas sebáceas (las encargadas de producir y secretar grasa), en la que interviene un aumento de la producción de sebo (sustancia grasa blanca y amarillenta), estimulado por la acción de las hormonas. La producción excesiva de grasa y las alteraciones hormonales, por tanto, son sus principales causas.
También existen factores hereditarios, muy importantes, ya que predisponen a la obstrucción de los poros, así como al aumento de bacterias.
Otras causas son la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos y la sudoración excesiva.
Entre los síntomas del acné están: poros o comedones tapados, comedones o poros abiertos, irregularidades sensibles rojas y pequeñas, granos con pus en la punta, bultos grandes, sólidos y dolorosos que están debajo de la superficie de la piel, bultos dolorosos, llenos de pus que están debajo de la superficie de la piel, costras con erupciones en la piel, manchas en la cara y manchas en la espalda, pecho y hombros.
Existen tratamientos eficaces que pueden mejorar de manera importante la afección del acné y al mismo tiempo ayudar a prevenir nuevas manifestaciones o cicatrices. Estos pueden ser medicamentos tópicos u orales, así como aplicaciones médicas tecnológicas.
La elección de una modalidad u otra dependerá de la gravedad del acné. El tratamiento tópico se utiliza para los casos más leves, en este tipo se usan medicamentos como Peróxido de Benzoilo, retinoides y antibióticos. Es decir, medicamentos de actividad antibacteriana y antiinflamatoria. El tratamiento oral o sistemático, utiliza antibióticos, y se aplica para los casos más severos de acné, que no responden al tratamiento tópico.
También están las terapias no farmacológicas, como la extracción de comedones (puntos negros y blancos) con o sin infiltración, la exfoliación, la terapia con luz pulsada, terapia con láser, fotodinámica y terapia por calor.
El tratamiento quirúrgico es otra opción, ya que en algunos pacientes es necesario realizar drenaje de los quistes o eliminación mecánica de los comedones.
La pruebas complementarias o diagnósticas para el tratamiento del acné son:
Entre los factores desencadenantes del acné están: la tendencia familiar y predisposición genética, alteraciones hormonales, ya sean durante el embarazo, el ciclo menstrual o en la pubertad, aumento de bacteria en la glándula sebácea, consumo de algunos medicamentos como los que contienen corticosteroides, testosterona o litio. También influyen el uso inadecuado de ciertos cosméticos, los periodos de estrés y la ansiedad.
Entre los factores de riesgo del tratamiento del acné están: la edad, los cambios hormonales, los antecedentes genéticos, las sustancias grasosas o aceitosas y la fricción o la presión en la piel.
Entre las complicaciones del acné están:
No existe una forma eficaz para prevenir el acné, ya que es muy difícil, porque ni los cambios hormonales ni la predisposición genética se pueden controlar. Aunque los pacientes que lo padecen pueden tener en cuenta una serie de recomendaciones que ayudarán a reducir el impacto y la gravedad de las lesiones, como son:
La especialidad médica a la que pertenece el acné es la dermatología, que es la que se encarga del estudio de las estructuras y función de la piel, así como de las enfermedades que la afectan.
El acné nodular es un tipo de acné que se forma debajo de la piel y se caracteriza por producir grandes granos y enconados. Son mucho más grandes que los granos del acné normal y también pueden ser bastante más dolorosos.
Los comedones en la cara surgen cuando el canal del folículo donde drena la glándula sebácea se obstruye debido a una excesiva producción de queratina. Los comedones son poros obstruidos, lo que da como resultado espinillas o puntos negros.
La extracción de comedones es un método para eliminarlos y evitar el acné. La extracción de comedones la debe efectuar un cosmetólogo profesional, el cual logra la limpieza adecuada de la piel a través de métodos manuales o mediante el uso de instrumentos especiales.
Los comedones cerrados son un tipo de acné que se forma cuando las células cutáneas muertas, el sebo y las bacterias, quedan atrapados dentro de un poro. A diferencia del comedón abierto, el comedón cerrado se forma debajo de la superficie de un poro cerrado.
Una pápula es una lesión o tumor eruptivo que se produce en la piel, sin la aparición de pus ni serosidad.