La artritis reumatoide o AR es una enfermedad crónica y degenerativa que se caracteriza por provocar la inflamación de membrana sinovial (membrana que protege, alimenta y cubre los cartílagos) de las articulaciones y de los tejidos circundantes, causando calor, reducción en el rango de movimiento, hinchazón y dolor en la articulación. La artritis reumatoide tiende a persistir durante muchos años, suele afectar a diferentes articulaciones del cuerpo y puede causar daños en cartílagos, huesos, tendones y ligamentos. Es un trastorno autoinmunitario que se produce cuando el el propio sistema ataca por error los tejidos del cuerpo. Las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de padecer artritis reumatoide, la cual puede producirse a cualquier edad, pero suele comenzar entre los 40 y los 60 años de edad. Es una enfermedad muy común y de tipo grave.
La artritis reumatoide es un tipo de artritis, por lo que no existen otros tipos de esta enfermedad.
Se desconocen las causas que originan la artritis reumatoide; se presenta con más frecuencia en personas con una predisposición genética, sin embargo, no es hereditaria. La artritis reumatoide se produce cuando tu sistema inmunitario ataca el sinovio, el revestimiento de las membranas que envuelven las articulaciones.
La inflamación que esto produce engrosa el sinovio, lo cual, con el tiempo, puede destruir el cartílago y el hueso que están dentro de la articulación. Los tendones y ligamentos que mantienen unida la articulación se debilitan y se estiran. Gradualmente, la articulación pierde su forma y su alineación.
Los síntomas de la artritis reumatoide incluyen: la rigidez matutina, que dura por más de una hora, las articulaciones pueden sentirse calientes, sensibles y rígidas, el dolor articular, inflamación, enrojecimiento y calor en las articulaciones, fatiga, fiebre, pérdida de peso y dificultad para realizar los movimientos.
No existe cura para la artritis reumatoide. Sin embargo, según descubrimientos recientes, es más probable que haya una remisión de los síntomas cuando el tratamiento se inicia precozmente e incluye el uso de diferentes medicamentos en relación a los síntomas que se presenten.
El médico puede indicar un fisioterapeuta o a un terapeuta ocupacional que pueda enseñar ejercicios para ayudar a mantener flexibles las articulaciones. El terapeuta también podría sugerir maneras nuevas de realizar las tareas cotidianas, lo cual reducirá el esfuerzo realizado con las articulaciones.
Si los medicamentos no logran prevenir o lentificar el daño en las articulaciones, se puede analizar con el médico la posibilidad de realizar una cirugía para reparar las que estén más dañadas. La cirugía podría ayudar a recuperar la capacidad de usar la articulación, y también puede reducir el dolor y corregir las deformidades. La cirugía para la artritis reumatoide incluye procedimientos como: sinovectomía, reparación de tendón, reemplazo total de articulación, fusión de articulaciones, etc.
Para el diagnóstico y tratamiento de la artritis reumatoide es necesario una exploración física en la que el médico comprobará si hay hinchazón, enrojecimiento y calor en las articulaciones.
También puede examinar los reflejos y la fuerza muscular. Puede ser difícil diagnosticar la artritis reumatoide en sus etapas iniciales, debido a que los primeros signos y síntomas son iguales que los de muchas otras enfermedades. No existe un único análisis de sangre ni hallazgo físico que permitan confirmar el diagnóstico.
El factor desencadenante principal de la artritis reumatoide es el de los antecedentes familiares; si un familiar directo, ya sea padre, madre, hermano o hijo, tiene o tuvo artritis reumatoide, es probable que también el paciente la tenga.
Los factores de riesgo de la artritis reumatoide incluyen: el sexo (las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de padecer artritis reumatoide), la edad, los antecedentes familiares, el tabaquismo y la obesidad.
Las complicaciones de la artritis reumatoide incluyen:
No existe una forma de prevención efectiva para la artritis reumatoide, ya que depende mucho de una predisposición genética. Pero existen algunas medidas que pueden ayudar a disminuir su incidencia.
El médico que se especializa en el diagnóstico y el tratamiento de la artritis reumatoide es el reumatólogo, que se encarga de estudiar las enfermedades del aparato locomotor: huesos, articulaciones, músculos, ligamentos y tendones.
La artritis reumatoide puede afectar muchas de las articulaciones como son: los codos, los hombros, el cuello, la mandíbula, las caderas, los pies, los tobillos, etc.
La artritis reumatoide se presenta con más frecuencia en personas con una predisposición genética, sin embargo, no es hereditaria.
La artritis reumatoide se diferencia de la artritis normal por el patrón de las articulaciones afectadas. Por ejemplo, la artritis reumatoide afecta a las muñeca y a muchas de las articulaciones de la mano pero, por lo general, no afecta a las articulaciones que están más próximas a las uñas. Además, es más grave que los demás tipos de artritis y más difícil de diagnosticar.
Muchas personas con artritis reumatoide observan que los cambios repentinos del clima o la presión barométrica tienden a agravar los síntomas de su artritis. Los climas muy fríos suelen empeorar el dolor de las articulaciones.
La osteoartritis o artrosis es la forma más frecuente de artritis y afecta a millones de personas en todo el mundo. Se produce cuando el cartílago protector que se encuentra en los extremos de los huesos se desgasta con el tiempo.