La bronquitis es una inflamación de la mucosa bronquial (revestimiento de los bronquios, parte inferior del aparato respiratorio), debida a la acción de un agente irritante, alérgico o infeccioso. Es una patología más frecuente en niños y en personas fumadoras, aunque puede ocurrir en sujetos sanos. La incidencia de la bronquitis aguda es de 4,7% pacientes por año. Su gravedad depende de la afectación y del desarrollo de la enfermedad, y de si aparece en pacientes como una enfermedad de base, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Puede ser grave si la capacidad pulmonar y con ello la saturación de oxígeno en sangre, se ven disminuidos de forma importante. Su evolución y forma de presentación determinará el requerimiento de ingreso hospitalario o el tratamiento ambulatorio del paciente.
La causa más frecuente de la bronquitis aguda son las infecciones por virus respiratorios (influenza A y B, virus parainfluenza, virus respiratorio sincicial, rinovirus…etc.) Puede producirse también por una infección desarrollada por bacterias como la Mycoplasma pneumoniae o la Chlamydia pneumoniae.
La bronquitis crónica se desarrolla por el daño mantenido de sustancias como el humo del tabaco en la mucosa del aparato respiratorio. Además, existe una colonización de microorganismos (bacterias), de forma contínua en las vías aéreas inferiores, que genera una inflamación permanente de la mucosa de los bronquios. Esta inflamación constante favorece que bacterias (como Estafilococo pneumoniae, Haemophilus influenzae, o Branhamella catarrhalis) o algunos virus (como rinovirus, adenovirus, o virus influenza) produzcan sobre-infecciones añadidas que desencadenen en episodios de agudización de la bronquitis crónica.
La bronquitis aguda se inicia con un cuadro de infección de las vías respiratorias superiores, (catarro o gripe): dolor de garganta, fiebre, malestar general, congestión nasal y moqueo, dolores en las articulaciones y músculos. A este cuadro se le añade una tos con expectoración (flemas), mucosa que es persistente. La coloración de las flemas es blanquecina-transparente y de consistencia espesa y si se vuelven amarillento-verdosas puede ser debido a que se haya producido una infección bacteriana. Además, el paciente puede tener una autoescucha de ruidos respiratorios (sibilancias), sensación de presión en el pecho y fatiga, sobre todo cuando realice esfuerzos.
Habitualmente es un cuadro limitado que se resuelve en unos 10-15 días, aunque el paciente puede mantener una tos más seca (sin expectoración), durante semanas después de haberse resuelto la bronquitis.
En la bronquitis crónica se produce un cuadro clínico de reagudización del EPOC, con un aumento de la tos con mayor mucosidad, pudiendo aparecer pus en el esputo y mayor fatiga. En ocasiones también se puede acompañar de fiebre.
El tratamiento de la bronquitis aguda se dirige a aliviar los síntomas con la toma de analgésicos y antitérmicos, sumada a una adecuada hidratación. A veces se asocia la toma de fármacos antitusivos cuando existe una tos muy persistente y no hay mucha mucosidad. Solo si se sospecha que el orígen de la infección es bacteriano, se indica la toma de antibióticos por parte del médico. Si el paciente nota sensación de falta de aire y presenta sibilancias que escuchará el médico en la exploración y si, además, la saturación de oxígeno en la sangre baja de manera inadecuada, el médico le pautará al paciente un tratamiento que se administra por vía inhalatoria, con fármacos que ayudan a abrir los bronquios (broncodilatadores), para aliviar la sensación de falta de aire.
En el caso de bronquitis crónica en pacientes que han sido diagnosticadas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el tratamiento casi siempre es la administración de fármacos por vía inhalada, que abren los bronquios e intentan bajar la inflamación (broncodilatadores, corticoides, etc.) En ocasiones, es preciso que el médico prescriba al paciente el uso de terapia con oxígeno.
En pacientes con bronquitis aguda habitualmente no es preciso realizar ninguna prueba complementaria y solo con la exploración física, el médico puede realizar el diagnóstico.
En caso de complicaciones o en los pacientes con bronquitis crónica con mal control, se puede realizar:
La bronquitis puede ser diagnosticada y tratada por el médico de familia y por el neumólogo. En caso de complicaciones y en aquellos casos en los que exista una enfermedad de base como la EPOC con afectación importante del paciente, será el especialista en neumología quien evaluará al paciente, tanto en consultas como en un ingreso hospitalario si se precisa, con el apoyo y seguimiento del médico de atención primaria.
Para saber si un paciente tiene bronquitis o neumonía este debe ser evaluado por un médico, quien, según los hallazgos de la exploración física, determinará si se realiza al paciente una radiografía de tórax y será ahí donde podrá descartarse la existencia de neumonía.
Aquellas bronquitis que son producidas por una infección, ya sea causada por un virus o una bacteria, sí pueden ser contagiadas por los llamados fómites: saliva, pequeñas gotas expulsadas con la tos, los estornudos, mucosidad…etc.
Una bronquitis aguda puede durar de 10 a 15 días habitualmente si no existen complicaciones. La bronquitis crónica es un proceso contínuo en el que hay mejoras clínicas y empeoramientos del paciente.
La bronquitis aguda es un cuadro limitado en el tiempo en el que se produce una inflamación de los bronquios que puede ser autolimitada o resultar por el tratamiento aplicado. En la bronquitis crónica el tiempo de evolución es mayor, hay una inflamación crónica de los bronquios, siendo un tipo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica conocida como EPOC.
Si el paciente presenta dificultad para respirar con sensación de fatiga, fiebre alta o se padece una enfermedad pulmonar de base, se debe consultar al médico.