La cirrosis hepática, también conocida como hepatopatía crónica, es una enfermedad del hígado que se produce por el daño secundario a alcohol, enfermedades infecciosas como las hepatitis B y C, y enfermedades genéticas como es el caso de la cirrosis biliar primaria. La tasa de enfermedad en España es de 4 cada 10.000 personas, siendo más frecuente en varones. Puede producir sangrado grave por varices esofágicas, encefalopatía hepática (alteración en el nivel de conciencia) y ascitis (acumulación de líquido en el abdomen). La cirrosis es una enfermedad grave.
La cirrosis es un daño hepático que da lugar a una fibrosis y cicatrización del hígado, no hay varios tipos de cirrosis, los orígenes pueden ser diferentes pero la evolución es similar.
Las causas de la cirrosis pueden ser tóxicas, autoinmunes, infecciosas y/o genéticas.
Los síntomas de la cirrosis suelen ser inapreciables en un primer momento. Después, cuando aparecen, pueden ser ictericia (piel amarilla), presencia de líquido en el abdomen (ascitis), hemorragias digestivas altas, encefalopatía hepática o infecciones del líquido del abdomen.
La cirrosis no tiene un tratamiento que frene la enfermedad como tal, será necesario evitar los tóxicos como el alcohol y, en caso de enfermedades como la hemocromatosis o la enfermedad de Wilson, evitar el acúmulo de hierro y cobre para evitar su evolución.
El tratamiento trata de evitar complicaciones como son el sangrado, a través de fármacos como los betabloqueantes, evitando la ascitis con tratamiento diurético, y la encefalopatía hepática con el tratamiento mediante Lactulosa
En caso de cirrosis avanzada el tratamiento será el trasplante hepático.
En la cirrosis hepática las pruebas complementarias serán en primer lugar de laboratorio por medio de analíticas de sangre y biopsias. Se realizarán también pruebas de imagen como ecografías y escáner. En el momento actual se está realizando el fibroscan, que permite conocer la fibrosis que el hígado presenta sin realizar necesariamente una biopsia.
Los factores desencadenantes de la cirrosis son el alcohol, las sustancias que se acumulan en el hígado como hierro y cobre, las reacciones autoinmunes y la infecciones por hepatitis B y C.
Los factores de riesgo son el alcohol y las infecciones por virus de hepatitis B y C
La cirrosis es controlada por los médicos especialistas en el aparato digestivo.
La cirrosis hepática es el proceso de fibrosis o cicatrización que se produce en el hígado, seguido de nódulos de regeneración que terminan dañando de forma importante la función de filtro del hígado.
Las funciones del hígado son el filtrado de sustancias, evitando la toxicidad al resto del organismo, la acumulacion de sustancias, como si fuera un almacén para situaciones de carencia, la producción de sustancias que ayudan a la digestión (bilis) y la producción de sustancias esenciales para la coagulación sanguínea.
La cirrosis biliar primaria es una enfermedad autoinmune, (el organismo ataca a células propias creyendo que son nocivas), en la cual se produce la destrucción de los conductos hepáticos dando lugar a un acúmulo de sustancias en el hígado que terminan dañándolo y dando lugar a un proceso cirrótico. Se Produce en mujeres en un 95% de los casos y la edad de diagnóstico es entre los 35 y 70 años.
La hepatitis autoinmune es una enfermedad que aparece en mujeres jóvenes y se trata con medicamentos inmunosupresores, (que evitan la inmunidad). Este tratamiento se mantiene de por vida, es un tratamiento eficaz que impide que la enfermedad progrese a una cirrosis, por tanto, es una enfermedad que de no tratarse podría evolucionar a esta.
Aunque la principal causa de la cirrosis es el alcohol, hay otras causas de cirrosis, así, algunas hepatitis víricas como la C y en menor medida la hepatitis B, pueden evolucionar a cirrosis, y también se puede producir por acúmulos de sustancias como pueden ser hierro y cobre, así como ser de origen autoinmune.