La deshidratación es la pérdida excesiva de agua o líquidos del organismo. Cuando se pierde más agua que la que se ingiere, el cuerpo no puede funcionar en condiciones normales. Es un cuadro clínico más frecuente en niños y ancianos, y también se suele originar cuando se padece alguna enfermedad que provoca vómitos constantes o diarreas. La deshidratación leve es bastante común y suele ser provocada por la ingesta insuficiente de líquidos, no obstante, pueden darse casos graves de deshidratación en los que la pérdida equivalga a más del 10% del peso corporal y se produzcan complicaciones mayores.
Existen diferentes tipos de deshidratación:
Las causas más comunes de la deshidratación son: no beber suficiente agua o líquidos al día, padecer diarrea o vómitos agudos, fiebre, sudoración excesiva, exceso de orina, quemaduras solares, algunos medicamentos como los diuréticos, enfermedades como la diabetes insípida, o ciertas enfermedades renales.
Cuando la deshidratación es leve, sus síntomas más habituales son: sed, boca seca, orina oscura, piel seca, pérdida de apetito, dolor de cabeza, malestar y calambres musculares. Si la deshidratación es más grave se considera una emergencia médica, ya que puede dejarse de orinar, originarse confusión, sentir mareos, falta de coordinación, fatiga, taquicardia, enturbiamiento de la visión, apatía, incluso sufrir delirio e inconsciencia y, en los casos más extremos y sin tratamiento, la muerte.
El tratamiento de la deshidratación consiste en beber agua a pequeños sorbitos o chupar un hielo e ingerir bebidas que contengan electrolitos, para así recuperar los líquidos y sales perdidas. En niños pequeños o lactantes se ofrece una solución oral que contiene agua y electrolitos que puede administrarse con una jeringuilla, pero también se puede enmascarar el agua mezclándola con zumos para darle sabor.
En los casos más graves, se requiere la hospitalización para suministrar líquidos por vía intravenosa y controlar la evolución del paciente.
Normalmente, el médico diagnostica la deshidratación al observar los síntomas, pero puede ayudarse de algunas pruebas complementarias como son medir la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca y realizar pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico. Estas otras pruebas pueden consistir en realizar un análisis de sangre para verificar los niveles de electrolitos (como el sodio y el potasio) y comprobar el funcionamiento renal, o un análisis de orina para detectar cistitis (infección urinaria) y comprobar el grado de deshidratación presentado.
Los factores desencadenantes de la deshidratación son: las temperaturas altas, la realización de deporte intenso, no beber la cantidad suficiente de agua, el consumo de algunos medicamentos y sufrir alguna enfermedad como puede ser una gastroenteritis.
Los lactantes y niños, ancianos, embarazadas y deportistas, son grupos de riesgo que necesitan un cuidado especial del suministro regular de agua. Personas que padecen diabetes, alcoholismo, u otras enfermedades crónicas del riñón, también presentan mayor propensión. Trabajar en ambientes húmedos y muy calurosos, de igual forma, contribuye a padecer deshidratación.
Según la gravedad de la deshidratación, se pueden presentar diferentes complicaciones:
Para prevenir la deshidratación resulta imprescindible:
El problema de deshidratación lo trata inicialmente la especialidad de medicina interna y la de medicina de familia. En caso de complicaciones pueden intervenir especialistas en medicina intensiva, endocrinología y digestivo.
Cuando se padece una deshidratación se debe beber agua a sorbos o chupar cubitos de hielo. También conviene ingerir líquidos con electrolitos y tomar alimentos ricos en agua como la lechuga, la coliflor, el tomate, la sandía, el melón…etc.
La deshidratación hipertónica se da cuando la pérdida de agua es superior a la de sales minerales.
La consecuencia principal de la deshidratación es el cambio de color mostrado en la orina, (esta se hace más oscura). También disminuye la producción de saliva, favoreciendo infecciones bucales. La mala hidratación puede tener consecuencias perjudiciales para la salud y provocar, además; sed, mareos, cansancio, dolor de cabeza, infecciones urinarias, calambres musculares y afectar al rendimiento físico y mental, entre otros.
La deshidratación hipotónica se da cuando la pérdida de sales minerales o electrolitos es superior a la de agua.
La deshidratación provoca una disminución del volumen de sangre, afectando a la cantidad de sangre rica en oxígeno que llega al cerebro y provocando contracciones de los vasos sanguíneos del cerebro, lo que puede originar dolores de cabeza tensionales intensos, migrañas y dificultad de concentración.