La epicondilitis hace alusión a la dolencia crónica en la parte externa del codo que se produce por microtraumatismos debido a esfuerzos y sobrecargas por movimientos repetitivos. Es también conocida como afección del codo de tenista o codo del golfista, y se suele dar en pacientes que realizan movimientos repetitivos en el trabajo y deportistas del mundo del tenis. Es más común a partir de los 40 años, pertenece a la especialidad de reumatología y es una enfermedad considerada de tipo leve.
Existen diferentes tipos de epicondilitis según dónde se encuentre el foco de dolor, las dos más frecuentes son:
El codo de tenista o epicondilitis tiene su origen en una sobrecarga muscular por un uso excesivo de los músculos del codo ante movimientos repetitivos, bien por actividad laboral o por deportes que lo requieren como el tenis o el golf.
Por tanto, debido a la contracción continua de los músculos del antebrazo, a adoptar malas posturas al hacerlos o al padecer otras enfermedades como la tendinitis, se produce la lesión.
El principal síntoma de la epicondilitis es la dolencia desde la zona externa del codo hacia el interior del brazo e incluso se puede reflejar hasta la muñeca.
Estos dolores pueden afectar no solo en el ambiente laboral y deportivo, sino a la vida diaria del paciente.
Ante una lesión de este tipo lo primero es aplicar hielo en la zona local de la dolencia y tratarlo con analgésicos para reducir el dolor, manteniendo un descanso total del codo.
Después, el primer tratamiento es la terapia rehabilitadora para realizar estiramientos y fortalecer los músculos complementarios y los de los antebrazos para así mitigar el dolor.
Si la enfermedad va a más se requiere de técnicas invasivas como la inyección de plasma con plaquetas en la zona del codo mediante la punción seca; la tenotomía ultrasónica, por la cual se introduce una aguja guiada por un ecógrafo hasta la zona del tendón dañado para tratarlo, o incluso someter al paciente a una intervención quirúrgica. Si no presenta mejoras en el resto de los tratamientos, y de esta forma se extrae el tejido que está dañado.
El primer examen que hay que realizar es una exploración física, aplicando presión en las zonas de dolor para palpar los tejidos internos del codo.
Si con este examen físico no es suficiente, se procederá a un diagnóstico por imágenes, bien mediante rayos X, bien por resonancia magnética.
El factor desencadenante, al igual que la causa de esta enfermedad, es una sobrecarga de los músculos del antebrazo debido a un esfuerzo repetitivo de la distensión y tensión del codo que no resulta beneficiosa para esta articulación.
Además, si ante la presencia de pequeñas molestias en el codo se sigue desarrollando el movimiento repetitivo y no se le da descanso al codo, el paciente puede acabar presentando epicondilitis.
Hay una serie de factores que potencian el riesgo de padecer epicondilitis:
Las especialidades de esta rama son la reumatología y la traumatología.
Es la epicondilitis lateral derecha es la que se desarrolla en la zona lateral, donde se unen los músculos del antebrazo debido a una sobrecarga de los mismos.
La rehabilitación de la epicondilitis se basa en el fortalecimiento de los músculos mediante ejercicios deportivos ligeros y la educación en los estiramientos necesarios que debe realizar el paciente antes y después de realizar el esfuerzo.
El dolor se localiza en la parte externa del codo, aunque puede irradiarse a diferentes zonas como la muñeca y/o el hombro.
Ante el dolor en el codo, el médico realizará un examen físico del paciente y un conjunto de pruebas de diagnóstico por imagen para determinar si padece o no epicondilitis.