La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad neurodegenerativa de tipo muscular que provoca la degeneración progresiva de las neuronas motoras, lo que limita el movimiento. Es también conocida como ELA o ALS, y se suele presentar en pacientes a partir de lo 50 años, siendo más frecuente en hombres que en mujeres. Se trata de una enfermedad de tipo grave perteneciente a la especialidad de neurología.
Según el origen de la esclerosis lateral amiotrófica existen dos tipos:
La esclerosis lateral amiotrófica tiene diferentes causas, siendo la más conocida la debida a la herencia genética.
En muchos casos no es conocido su origen y en otros también puede deberse a una respuesta inmune del cuerpo que ataca al organismo del paciente, a un desequilibrio de sustancias químicas en el mismo o a una mutación de los genes que la desencadene pero que no sea por herencia genética.
Los síntomas de la esclerosis lateral amiotrófica están relacionados con el sistema motor, siendo los principales:
En la actualidad no existe un tratamiento contra la ELA que permita una recuperación completa, pero bien es cierto que una medicación apropiada para cada paciente puede mejorar su calidad de vida y retrasar los síntomas más graves.
Generalmente, el tratamiento se basa en una medicación de por vida acompañada de terapias respiratorias, fisioterapia, ayuda psicológica y aprendizaje del lenguaje.
Una vez analizados todos los síntomas del paciente se realizan una serie de pruebas para certificar si padece o no la ELA.
Entre estas pruebas se encuentran la resonancia magnética (tomando imágenes del cerebro y la médula espinal), una analítica completa de sangre, una electromiografía (consiste en la punción de músculos mediante una aguja para medir su actividad eléctrica), el estudio de la conducta (se analizan los nervios encargados de transmitir los impulsos nerviosos a los músculos) y en últimas opciones, se puede realizar una biopsia del músculo si aún hay ambigüedad en los resultados.
Los factores que provocan la esclerosis lateral amiotrófica son diferentes según cada paciente, siendo los principales la herencia genética o por respuestas autoinmunes del organismo.
Hay una serie de factores que aumentan el riesgo de que una persona desarrolle la ELA, los más relevantes son:
La especialidad médica encargada de esta enfermedad es la neurología.
La esclerosis múltiple (EM) se diferencia de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) debido a que la EM es una enfermedad autoinmune que tiene su origen en un virus o antígeno que ataca a las neuronas y su comunicación, provocando alteraciones cognitivas o emocionales, entre otras, mientras la ELA sólo afecta a las células motoras de los movimientos voluntarios.
Por lo general, los pacientes que son diagnosticados por ELA tienen una esperanza de vida entre los 3 y los 6 años desde que se les diagnostica.
Si presenta algunos de los síntomas propios de la enfermedad, como la debilidad muscular o que el cuerpo no responde a los movimientos que quiere realizar, se debe acudir a un médico con urgencia para que al paciente se le realicen más pruebas y se de un diagnóstico seguro, ya que a menudo la ELA puede confundirse con otras enfermedades neurológicas.
Al ser una enfermedad que afecta a las neuronas motoras, los primeros síntomas que se muestran son: debilidad muscular en las extremidades, calambres, dificultad al hablar, comer y/o respirar.
Ante estos síntomas continuados es necesario acudir al médico.
Los primeros síntomas que presenta la ELA se concentran en las manos y pies, extendiéndose progresivamente a otras partes del cuerpo según se van destruyendo las células neuronales motoras, incluso el paciente pierde el control de los esfínteres.
Poco a poco la enfermedad avanza hasta que afecta a funciones vitales como la respiración.