La artrodesis es una técnica quirúrgica en la que se realiza una fusión o unión de los componentes de una articulación, con el objetivo de eliminar el dolor que produce alguna patología que le afecta, lo que conlleva además, la pérdida de movilidad de dicha articulación. Se utiliza fijando la articulación en una posición funcional, es decir, en una posición natural, cuando no existen otras alternativas de tratamiento, sobre todo si el paciente necesita usar de forma muy activa el miembro o zona anatómica afectada.
Para conseguir la unión o anquilosis de la articulación que se quiere fusionar pueden utilizarse diferentes técnicas quirúrgicas dependiendo de cada caso y de la articulación que se quiera inmovilizar.
Se suelen dividir estas técnicas en:
Al retirar el cartílago, los huesos que se quieren fijar se ponen en contacto directo. Este contacto se consigue mantener uniendo las partes óseas mediante técnicas de fijación interna con tornillos, placas atornilladas, fijadores… etc. o técnicas de fijación externa como yesos, hasta que se obtenga su fusión, con un proceso de unión de ambas partes similar al que el hueso realiza al “soldar” una fractura (mediante el callo óseo), y así convertir los dos huesos en una sola unidad.
Este procedimiento se suele llevar a cabo por medio de una artroscopia, es decir, con la introducción de una pequeña cámara y los utensilios quirúrgicos necesarios a través de pequeños cortes o incisiones que permiten acceder de forma poco invasiva al interior de la articulación. En otras ocasiones se debe acceder mediante una técnica más invasiva con cirugía abierta.
La posición final de los elementos de la articulación fusionada siempre debe de ser lo más funcional posible, es decir, aquella que permita una mejor movilidad del cuerpo a expensas de las articulaciones vecinas a la artrodesada, que son las que soportarán los cambios biomecánicos que se producen al inmovilizar la articulación enferma. Por ejemplo, en la artrodesis de hombro y de codo es fundamental poder aproximar la mano al tronco, en las articulaciones de la mano (el carpo), permitir la funcionalidad de esta, en los dedos, permitir la realización del movimiento de pinza. En la extremidad inferior se debe permitir la marcha con el apoyo completo de la planta del pie.
La artrodesis puede tener como propósito la corrección de una deformidad en el esqueleto, el tratamiento de una fractura ósea en la que exista un gran deterioro de la articulación que no se pueda reconstruir, o, en otras ocasiones, tratar el dolor que puede producir una fractura ya consolidada o “soldada” en la que haya quedado esa secuela.
También está indicada para la fusión de una articulación donde se haya producido una destrucción importante (por ejemplo por una artrosis o artritis muy evolucionada, artritis tuberculosa… etc.), cuando no se pueda o no esté indicada la colocación de una prótesis. En ocasiones se debe utilizar en el tratamiento de determinadas lesiones potencialmente peligrosas, como sucede con algunos tumores que afectan al extremo del hueso y cuya resección o “extracción del hueso” no se puede producir más que a costa de la pérdida de la movilidad de la articulación al realizar una artrodesis.
La artrodesis se realiza con el objetivo de aliviar el dolor que produce alguna patología que afecta a una articulación y en la que la aplicación de otros tratamientos, no consiguen ese alivio. Al disminuir el dolor se consigue mejorar la calidad de vida del paciente. Por contra, al fijar la articulación, se va a eliminar su movimiento.
Después de la intervención el paciente deberá mantenerse en reposo más o menos tiempo dependiendo de la articulación intervenida, con inmovilización de la misma por un yeso. Puede tener molestias en la zona de la herida debidas a la cirugía y al proceso de cicatrización, que pueden prolongarse durante algunas semanas, siendo infrecuente que continúen a lo largo del tiempo.
En los casos de intervenciones en articulaciones de los miembros se indicará al paciente que procure mantener el miembro en cuestión en alto durante las primeras semanas.
Deberá iniciar ejercicios de rehabilitación de forma progresiva, se le podrán explicar ejercicios que desarrollar en casa y también podrá recibir la cita de consulta para ser valorado por el médico rehabilitador, quién le pautará el tratamiento indicado con las técnicas de fisioterapia propicias para su recuperación según la articulación intervenida.
Inicialmente el paciente notará pérdida de fuerza que recuperará paulatinamente a medida que se vaya ejercitando.
Con la realización de la artrodesis se logra estabilizar una articulación, alinear una extremidad, mejorar la funcionalidad y disminuir o eliminar el dolor. El inconveniente es que se pierde el movimiento, a veces de forma muy importante, por tanto, se puede considerar que es una cirugía paliativa pero no reparadora. Aun así, el resultado perseguido es el aumento de la calidad de vida del paciente al eliminar un dolor crónico, a expensas de la compensación del movimiento por el resto de estructuras corporales.
Tras su realización el paciente deberá seguir con los controles en consulta de traumatología tanto para ver la evolución de la cicatrización de la cirugía como para observar cómo se adapta el cuerpo a esa limitación del movimiento, cómo compensan el resto de articulaciones próximas a la operada esas limitaciones, y de qué manera se ven afectadas por ello. Además, se debe valorar igualmente la repercusión psicológica que el proceso pueda tener.
La artrodesis o fusión vertebral es una intervención quirúrgica que consiste en la unión permanente de vértebras adyacentes, impidiendo el movimiento entre ellas. Dicho proceso tiene lugar gracias a la implantación de injertos de tejido óseo o de sustitutos óseos entre las vértebras a fusionar.
La fusión de las vértebras, dependiendo del lugar donde se sitúe el injerto, puede darse entre dos zonas diferentes de estas: en la región posterior y lateral (entre dos salientes de las vértebras llamadas apófisis transversas), o entre los cuerpos vertebrales de dos vértebras adyacentes, es decir, por la región anterior y más gruesa de la vértebra. En este último caso, la colocación del injerto puede llevarse a cabo de dos maneras diferentes, bien accediendo a la columna mediante una incisión (corte) en el abdomen, bien mediante una incisión en la espalda.
Además, la artrodesis vertebral puede ir acompañada o no de una fijación de las vértebras e injertos interpuestos mediante implantes metálicos (placas y/o tornillos, etc.).
La artrodesis de tobillo o tibioastragalina consiste en el bloqueo del movimiento de la articulación del tobillo mediante cirugía. Para ello se retiran los cartílagos de los dos huesos que conforman la articulación, quedando expuestos los huesos (la tibia y el astrágalo), que se fijan con tornillos, placas, fijadores externos o un yeso, hasta que el hueso se une de forma definitiva.
A veces se añade un injerto de hueso para facilitar el proceso de unión. Está indicada en las secuelas postraumáticas, infecciones, artritis reumatoide, alteraciones neuromusculares, deformidades congénitas y artrosis severas de tobillo.
La artrodesis de rodilla es una técnica quirúrgica utilizada como tratamiento del fracaso de las prótesis totales de rodilla, en procesos de afectación de la rodilla por tumores, o cuando se producen grandes traumatismos.
Su fin es extraer los cartílagos de revestimiento de los huesos que conforman la rodilla para que tomen contacto directo los huesos y se produzca su fusión. Para que esto suceda, se pueden utilizar dos métodos de estabilización: mediante una fijación externa de la rodilla o mediante un clavo intramedular (clavo puesto en el interior del hueso).
Es la fusión de los dos huesos que forman parte de la cadera (hueso pélvico en una región llamada acetábulo), y la parte alta del fémur (llamada cabeza femoral), habitualmente con el abordaje llegando hasta dentro de la articulación (intraarticular) para hacer una mejor limpieza de los cartílagos y posteriormente realizar una fijación con tornillos, placas… etc. Otras veces se realiza con fijación con yeso.
Esta técnica se realiza en pacientes jóvenes en quienes el pronóstico de las prótesis de cadera es incierto a muy largo plazo y han sufrido un traumatismo que no permite otra solución, o en caso de artroplastias (prótesis) en los que no es posible recurrir a una renovación protésica por motivos mecánicos, (que haya mucha destrucción de la articulación o existan problemas musculares o de los nervios), así como por motivos médicos (como alergia o riesgo a la aplicación de anestesia), o porque haya una infección en la articulación o un tumor que le afecte.
La artrodesis de una articulación produce la fusión de dos huesos que la componen y su inmovilización, lo que va a suponer una limitación en la capacidad funcional del paciente. Esta alteración en una articulación concreta repercute en el resto de articulaciones del miembro afectado.
Esas articulaciones vecinas van a compensar el movimiento que pierde la articulación artrodesada, y es más evidente sobre todo en los miembros inferiores. A la larga, el sobreesfuerzo que realizan el resto de articulaciones vecinas puede suponer que estas padezcan episodios degenerativos como la artrosis más rápidamente.