La atención domiciliaria se define como el conjunto de todos los recursos dirigidos a prestar apoyo y cuidados que puede precisar una persona en su domicilio cuando, por cualquier circunstancia, han perdido la autonomía que tenían para realizar todas las actividades básicas de la vida diaria, independientemente de que sean personas de edad avanzada, discapacitados o con incapacidades puntuales (después de una cirugía, una enfermedad grave o crónica).
La atención domiciliaria ayuda a liberar la presión de las urgencias hospitalarias, permitiendo una mayor rotación de las camas y, por tanto, contribuye a reducir la estancia media de las personas ingresadas y, también, a que no precisen trasladarse a una residencia geriátrica.
El desarrollo técnico permite disponer de dispositivos móviles para oxigenoterapia, dispositivos intravenosos o monitorizaciones, y extender la asistencia sanitaria en el domicilio y dar atención el enfermo, fuera del ámbito hospitalario, de manera integral en los diferentes momentos de la enfermedad. De esta manera, también permite detectar situaciones de riesgo y mejorar la calidad de vida de las personas.
La atención domiciliaria consiste en dar apoyo a la persona que necesita ayuda para cubrir sus necesidades básicas de la vida diaria e incluso promover, en la medida de lo posible, independencia para determinadas tareas, como comer solo, vestirse o asearse, entre otras.
También permite llevar una vigilancia de la evolución de la enfermedad y un control de la medicación que precisa.
La atención domiciliaria, además, cubre todos los aspectos relacionados con la limpieza del hogar, elaboración de comidas y, sobre todo, detecta las situaciones de riesgo que puedan presentarse.
Además, la atención domiciliaria atiende a las personas en las fases terminales, con los cuidados paliativos que precise y, sobre todo, dando apoyo a los familiares.
El objetivo de la atención domiciliaria es que la persona no solo reciba ayuda sanitaria, sino que conserve la máxima independencia y la mejor calidad de vida posible, y esto se consigue proporcionando habilidades, conservando la autosuficiencia y preservando su dignidad.
La atención domiciliaria está indicada para todas aquellas personas que, independientemente de la edad que tengan, carezcan de autonomía suficiente para realizar las actividades básicas diarias, es decir, personas calificadas como dependientes, independientemente de su grado de dependencia, siempre que requieran la ayuda de otra persona para llevarlas a cabo.
Las principales indicaciones para la asistencia domiciliaria son para personas o pacientes que:
En la asistencia domiciliaria se pueden realizar pruebas complementarias como analíticas, controles de glucemia o control de coagulación (sintrom). También, la administración de medicación como inyectables, insulinas o la realización de curas por ulceraciones o quirúrgicas.
La atención domiciliaria requiere una valoración en caso de ser paciente crónico o de riesgo, para lo cual se necesita aportar informes médicos, además de una serie de evaluaciones como:
Evaluación básica:
Evaluación complementaria para las personas con una evaluación básica de riesgo:
En la primera visita a domicilio, la persona susceptible de atención, debe tener preparada toda la documentación médica y aportar toda la información que se le solicite. En caso de no ser posible una buena comunicación, necesitará la presencia de un familiar o cuidador. Una vez recopilada toda la información y completada la evaluación, entrará a formar parte del programa de atención domiciliaria que cuenta con una serie de protocolos dependiendo de la asistencia que precisen.
La atención domiciliaria requiere preparación por parte de la persona o cuidador que va a realizar el trabajo que, además de tener una buena formación y conocimientos, debe respetar el derecho de cada individuo a preservar su independencia y privacidad, habilidades de comunicación, comprensión y paciencia, estabilidad emocional, respeto a los diferentes modos de vida, y saber tratar a cada persona como individuo con sus necesidades físicas y emocionales.
No es necesario estar acompañado en la atención domiciliaria si el paciente tiene cierto grado de independencia y movilidad o, que su estado psicológico permita realizar la entrevista sin problemas y el acceso a su vivienda en las sucesivas visitas domiciliarias.
En la primera visita es recomendable la presencia de un familiar o cuidador para poder comprender mejor la situación y poder realizar las evaluaciones oportunas.