La embolización es un procedimiento mínimamente invasivo, mediante el cual se produce una interrupción por oclusión del flujo de sangre por un vaso sanguíneo, arteria o vena, por la acción de fármacos o de materiales sintéticos introducidos en el organismo.
Se utiliza habitualmente para la prevención de roturas de aneurismas (dilataciones anormales de la pared de una arteria) o el tratamiento de otras malformaciones u otras alteraciones vasculares arteriales o venosas.
Los tipos de embolización dependen de:
Antes de la intervención, el paciente se realizará una analítica de sangre. Si va a precisar la aplicación de anestesia general se complementará con la realización de una radiografía de tórax y un electrocardiograma, más una valoración por parte del médico anestesista.
El paciente debe firmar un documento de consentimiento informado en el que se recoge la explicación del procedimiento que se le va a realizar, sus riesgos y alternativas.
El paciente debe informar al médico de las posibles enfermedades que pueda padecer, así como de los tratamientos habituales que haga. Además debe comunicarle si es alérgico a algún fármaco. El médico puede indicarle que no tome algún tipo de fármaco que altere la coagulación de la sangre como Aspirina, Ibuprofeno, Sintrom… etc. Le dará indicaciones precisas al paciente al respecto.
Además, antes del procedimiento, se suelen realizar pruebas de imagen como TAC o angio-TAC para la localización y valoración precisa de la lesión vascular que se quiere embolizar.
La embolización puede realizarse bajo los efectos de la anestesia general o mediante sedación.
Habitualmente el método de introducción de los materiales de embolización es mediante la realización de una incisión (corte) a nivel de la ingle, para acceder a la arteria femoral.
Se introduce en dicha arteria posteriormente, un catéter (pequeño tubo flexible) y se administra un contraste (colorante) para que sea visible el vaso sanguíneo mediante imágenes obtenidas con rayos X.
De forma progresiva se va introduciendo el catéter por los vasos sanguíneos hasta llegar a la zona donde se debe realizar el taponamiento de la luz del vaso.
En ese momento, a través del catéter, se realiza la introducción de la arteria o vena del material embolizador (colis, espuma, microperlas, pegamento… etc.)
Tras ello y comprobando mediante las imágenes de rayos X que el flujo se ha quedado interrumpido en ese vaso sanguíneo, se extrae el catéter y se sutura la herida a nivel de la ingle.
Las posibles complicaciones que pueden aparecer por una embolización comprenden:
En la mayoría de los casos y siempre que no existan complicaciones, la embolización es un procedimiento efectivo, aunque los resultados y la recuperación dependenmucho de la patología que se quiera tratar con ello y del daño que haya producido antes del tratamiento.
La embolización arterial es la oclusión de su luz con introducción de un material o medicamento a través de su interior utilizando un pequeño catéter (tubito flexible), que se dirige hasta el punto exacto donde se debe producir ese taponamiento con la ayuda de imágenes obtenidas por rayos X.
La embolización cerebral es un tratamiento endovascular en el que se ocluyen de forma total o parcial malformaciones de vasos sanguíneos a nivel del cerebro (como aneurismas cerebrales), mediante introducción de materiales o fármacos de forma externa, a través de los vasos sanguíneos localizados en la ingle, guiándose por imágenes obtenidas por rayos X. Con ello se intenta prevenir la ruptura de la malformación y sus consecuencias secundarias.
Un coli es un utensilio utilizado por los médicos neuro-radiólogos intervencionistas para realizar una embolización de aneurismas u otras malformaciones vasculares en el cerebro. Tiene forma de muelle blando con un espesor menor a un cabello y puede estar hecho de tres materiales diferentes: platino, otros revestidos de platino y los llamados biológicos. Los colis se introducen por medio de un catéter por una arteria de la pierna hasta que se colocan dentro del aneurisma. Sobre ellos se produce una coagulación de la sangre que hace la pared del aneurisma se refuerce y no tenga peligro de ruptura.
La embolización de las varices pélvicas es un procedimiento mediante el cual, por medio de la introducción de un catéter y una guía con una punción en una vena del brazo o de la ingle, se llega hasta las venas de la pelvis (el suelo del abdomen), localizando dónde existen dilataciones de estas venas o varices mediante la administración de un contraste y la visualización de las venas por imágenes producidas por rayos X. Cuando estas varices están localizadas se procede a la introducción de colis (espirales) o fármacos (microespuma esclerosante) en esos vasos sanguíneos dilatados que obstruyen el paso de retorno de la sangre a través de ellos. La sangre circulará entonces por vasos venosos no dilatados alternativos.
Con este procedimiento se trata el llamado síndrome de congestión pélvica, producido por la aparición de esas dilataciones o varices en las venas de esa región, sobre todo en mujeres jóvenes tras haber tenido uno o más embarazos, lo que puede provocar síntomas como dolor, sensación de pesadez en la zona pélvica o en las piernas, edema o hinchazón, aparición de varices en las piernas… etc.
Los aneurismas pueden ser congénitos (se nace con ellos), o adquiridos. La causa más frecuente de un aneurisma depende de su localización. Pueden ir asociados al padecimiento de otras enfermedades o circunstancias que actúan de factores de riesgo (por ejemplo, el Síndrome de Marfan, el embarazo, la hipertensión, la aterosclerosis, infecciones bacterianas, enfermedades autoinmunes o traumatismos).