La endoscopia traumatológica es un método de visualización de cualquier espacio fuera de la articulación.
Se trata de una técnica mínimamente invasiva que permite introducir el instrumental médico necesario, el endoscopio que es un tubo largo y flexible con una cámara en un extremo que se proyecta en una pantalla.
La endoscopia de traumatología es una única técnica de visualización no de una articulación como tal, sino de sus zonas externas como vainas tendinosas (estructura que recubre a los tendones) y bursas (bolsa que contienen líquido sinovial).
La endoscopia se puede realizar según la zona a tratar:
La preparación para una endoscopia traumatológica requiere que el paciente sea valorado por un anestesista, para ello será necesario un electrocardiograma y una analítica. El paciente indicará al médico si toma alguna medicación que esté contraindicada como los antiinflamatorios y anticoagulantes.
El paciente se tumbará en la camilla, se le administrará anestesia local, en algunos casos se requiere sedación, y se desinfectará la zona a tratar con antisépticos. Después se realizarán unas incisiones por donde se introducirá el endoscopio.
El paciente debe acudir siempre acompañado y en ayunas.
La endoscopia de traumatología se realiza de dos maneras:
Las complicaciones más frecuentes de una endoscopia de traumatología son hematomas (moretones) o hemorragias, infecciones en las heridas quirúrgicas y molestias postoperatorias. Ante cualquier síntoma, el paciente debe acudir a su médico para poner tratamiento.
En general los resultados de una endoscopia tramatológica suelen ser satisfactorios.
Al ser una cirugía poco invasiva la recuperación es más rápida, con lo cual el periodo de recuperación será mucho menor y, por tanto, la incorporación a la vida normal tardará menos en realizarse.
Siempre hay que tener en cuenta que, dependiendo de la zona intervenida la recuperación será más o menos lenta.
El principio de una endoscopia de traumatalogía y una endoscopia normal es el mismo: introducir una cámara endoscópica en el interior de una cavidad del cuerpo y proceder a visualizar la patología que en ella exista, operar si es necesario, o tomar muestras de tejidos que se puedan analizar.
En las endoscopias digestivas, el tubo se introduce a través del esófago hasta el estómago si es una endoscopia alta, o a través del ano hasta el colon si es una endoscopia baja (en estos casos no son necesarias las incisiones).
En caso de endoscopias abdominales, para valorar vesícula, hígado o bien el útero y los ovarios, será necesario hacer pequeñas incisiones para introducir el endoscopio y el material quirúrgico.
La endoscopia no es dolorosa o, mejor dicho, lo es mínimamente. De todas formas, siempre se procede a poner anestesia local en las zonas de las incisiones, puede ponerse también anestesia regional en una zona más amplia, si el cirujano considera que por el tipo de intervención el proceso va a ser más doloroso o incómodo, se procederá a sedar al paciente durante el tiempo de la cirugía.
El dolor postoperatorio dependerá de la zona tratada y de lo grande que sea la lesión, pero en general el dolor se controla bien con analgésicos habituales.
En general, la endoscopia traumatológica sí requiere un estudio preoperatorio con analítica, electrocardiograma y valoración por un anestesista, ya que en algunos casos, como en el de la cirugía de columna, se procederá a anestesiar de forma general al paciente, y en otras se procederá a darle anestesia local con sedación. En ambos casos es necesario este estudio, que también nos permitirá valorar si la coagulación es correcta, y minimizar los riesgos de sangrado operatorio.
Respecto al postoperatorio, este dependerá de la intervención que se ha realizado y la zona en la cual se realiza la cirugía. En general el paciente se podrá ir a casa en las primeras doce horas si se ha aplicado anestesia local con sedación, y en las primeras 24 horas si el paciente es sometido a anestesia general.
La recuperación articular dependerá de la intervención realizada, en general se recomienda unos días de reposo articular, que pueden oscilar entre una semana y quince días, pudiéndose extender algo más si la cirugía es más compleja.
El paciente siempre debe ir acompañado cuando se vaya a someter a un proceso endoscópico, a pesar de que le den de alta en las primeras 12 horas, ya que cuando salga de la clínica se puede encontrar algo mareado o tener dificultades para moverse, y no deberá conducir en ningún caso.