La inmunohistoquímica es un procedimiento histopatológico que se basa en la utilización de anticuerpos (proteína inmunitaria que se adhiere al antígeno de forma específica para señalizar y que sea destruido), para detectar antígenos (molécula o sustancia capaz de producir una respuesta inmune) en un corte o sección de tejido biológico.
Mediante reacciones antígeno-anticuerpo, permite identificar o visualizar dicha unión que es incolora con un marcaje (marcadores en los tejidos) que bien pueden ser con fluoróforos (emiten luz visible en una determinada longitud de onda) y enzimas (forma una reacción que no se deteriora con la luz), siendo la última más utilizada. Luego se observan en el microscopio óptico.
Es una prueba que se utiliza para el diagnóstico de células anormales presentes. Por ejemplo, en diferentes estadios de enfermedades como el cáncer (detecta marcadores tumorales, neoplasias), el desarrollo de fármacos y la investigación biológica.
Hay varios métodos de inmunohistoquímica. Estos son:
Método inmunohistoquímico directo: este método se refiere al anticuerpo específico contra la sustancia que se quiere detectar. Está marcado con partículas detectables al microscopio.
Método inmunohistoquímico indirecto: este método se refiere a la señal del anticuerpo. Se amplía realizando sucesivas capas de anticuerpos o marcadores.
Las técnicas más usadas son las de inmunohistoquímica indirecta con polímeros conjugados con anticuerpos y agentes reveladores, y las técnicas de inmunofluorescencia directa.
La inmunohistoquímica no precisa de una preparación específica, pero sí las muestras para realizarla. Es un paso determinante en el proceso de estos inmunoensayos. Cada tejido debe ser adecuadamente recogido y preparado dependiendo de cada estudio.
Estas muestras deben hacerse en función del método de fijación empleado, que a su vez dependerá de la técnica de detección elegida.
La inmunohistoquímica comienza tomando la muestra de tejido, que debe ser preservado rápidamente para no perder su formación y descomposición de proteínas celulares.
La muestra puede prepararse por fijación con secciones de parafina o secciones congeladas, siendo la más utilizada la primera porque mantiene las características morfológicas de los tejidos.
Después se desparafina e hidrata las secciones de tejido y la recuperación de antígenos. Incluye todas las reacciones inmunológicas entre el anticuerpo primario y el antígeno del tejido, la incubación del anticuerpo primario y secundario, y alguna reaccion quimica adicional necesaria para ligar la molécula informadora al complejo inmune preformado.
Se visualiza la unión antígeno-anticuerpo con una reacción química en donde los mismos reaccionan con sustratos y un cromógeno para producir una reacción coloreada.
En resumen, el anticuerpo se mezcla con componentes celulares de un tumor. Después de un determinado tiempo, la mezcla se enjuaga y solo los anticuerpos que se unieron se quedan. La presencia de anticuerpos puede ser detectada usando un microscopio porque las áreas que se unieron al anticuerpo se verán diferentes.
Las muestras con más proteínas se unirán más al mismo por lo que el cambio de color aumentará. Esto permitirá que la prueba no solo se revele si está presente la proteína sino una cantidad relativa de proteína.
En la inmunohistoquímica, no existen complicaciones específicas o consecuencias graves, lo único a tener en cuenta es que es importante para la visualización de los antígenos.
Una preparación completa y correcta de la muestra para mantener la morfología celular, la arquitectura del tejido y la antigenicidad de los epítopos diana. Esto requiere una recolección adecuada de tejido, perfusión, fijación del tejido, inclusión y corte, etc.
Los resultados de la prueba de la inmunohistoquímica se basan en la capacidad o el porcentaje de las células teñidas.
Son los más fiables cuando se realizan en muestras de tejido congelado o fresco. El análisis de la inmunohistoquímica tiende a perder fiabilidad cuando se analizan tejidos preservados en cera u otros productos químicos.
La técnica, por la gran especificidad y alta afinidad que tienen los anticuerpos para reconocer moléculas y unirse a ellas, permite detectar y examinar cantidades de moléculas presentes en el tejido.
La inmunohistoquímica se utiliza para definir el tipo de tumor maligno. Los clasifica según la expresión de marcadores que tenga. Para ver si un tumor expresa algún marcador tumoral u hormonal que tenga repercusión pronóstica o terapéutica.
En la inmunohistoquímica se detecta ciertos antígenos (son sustancias que son capaces de producir una reacción inmune) en una muestra de tejido. Ayuda a diagnosticar enfermedades como el cáncer. También se puede usar para ayudar a distinguir entre diferentes tipos de cáncer.
Se hace una inmunohistoquímica cuando es necesario determinar si una lesión está localizada o es invasora.
Definir tumores benignos, malignos o cuyo potencial de malignizarse es incierto.
Diferenciar tumores primarios de un órgano o si son secundarios metastásicos. Si son metastásicos, colabora en la identificación del tumor primario o en la disminución de las diferentes posibilidades que dio origen a una metástasis.
Tipificar a los tumores en su estirpe: epitelial (carcinomas), tejidos blandos (sarcomas), hemos linfoides (linfomas), entre otros.
Ordenar a los tumores según las diferentes clasificaciones internacionales de cada órgano en particular.
Un estudio inmunohistoquímico es una prueba de laboratorio para la que se usan anticuerpos (proteína inmunitaria que se adhiere al antígeno de forma específica para señalizar y que sea destruido) a fin de identificar o marcar ciertos antígenos (moléculas que son capaces de producir una reacción inmune) en una muestra de tejido.
Con el fin de poder definir a qué tipo de tumor corresponde dicho tejido se utiliza el principio de la reacción antígeno-anticuerpo, ya que es muy efectiva para realizar este estudio.