La radioterapia es una terapia local utilizada para el tratamiento del cáncer. Esta técnica de tratamiento utiliza partículas u ondas de alta energía. Los rayos X son los más utilizados (también se pueden utilizar otros como rayos gamma, rayos de electrones o de protones).
Su acción contra las células tumorales radica en alterar su estructura genética, con lo que las células mueren, dejan de multiplicarse y así se disminuye o destruye el tumor.
Lo más habitual es el uso de radiación externa. Según el tumor a tratar y la posibilidad de lesión en los tejidos sanos de alrededor del tumor, se pautará la dosis de radioterapia que se le puede administrar al paciente.
El paciente acude al hospital en la sección de radiología. Allí, en unas salas especiales para aplicar el tratamiento, se colocará al paciente en una camilla, poniéndolo en una posición determinada y lo más cómoda posible para poder aplicar el haz de rayos de alta energía dirigido a la zona del tumor.
El paciente permanece quieto y lo más relajado posible mientras se produce la sesión. La máquina que aplica la radiación (habitualmente es un acelerador lineal), puede rotar en torno al paciente para aplicar la radiación al sitio específico del tumor.
Durante la sesión de radioterapia el equipo que controla el tratamiento (técnico de radioterapia, enfermo/a… etc), permanece en una sala adjunta pudiendo visualizar en cualquier momento al paciente y estando en contacto con él por medio de un intercomunicador.
La cantidad de sesiones que recibe el paciente las pautará el oncólogo según el tipo de tumor y la finalidad del tratamiento. Habitualmente se darán las sesiones durante varias semanas de lunes a viernes. Las sesiones duran aproximadamente quince minutos.
En otras ocasiones se utilizan otras vías de administración de la radioterapia, como la aplicación de una dosis de radioterapia en el procedimiento de la cirugía del tumor. La llamada braquiterapia o radiación interna, que es la aplicación de una fuente de radiación dentro del tumor o cercano a él, o la radiación sistémica, que es la administración de medicamentos radiactivos que llegan por el torrente circulatorio hasta la región tumoral donde hacen mayor efecto.
La radioterapia se indica para el tratamiento de muchos tipos de tumores. Según la extensión del tumor, la localización, las alternativas al tratamiento con radioterapia, las opciones de tratamiento con radioterapia (curativo, paliativo… etc), y también el tipo de célula que produce el tumor, si es más o menos radiosensible, se puede indicar al paciente la posibilidad terapéutica de la radioterapia o se descartará esa opción.
La radioterapia es una técnica que se utiliza como vía de tratamiento para muchos tumores. A veces se usa como tratamiento único y otras muchas veces, como tratamiento adyacente (complementario) a otro tipo de tratamiento del cáncer, como la cirugía o la quimioterapia.
Se utiliza para disminuir el tamaño del tumor y atacar a las células en su material genético para que mueran y no se puedan dividir y aumentar el tamaño del tumor.
Los riesgos del tratamiento con radioterapia vienen determinados porque la acción de esta, aunque busca su selectividad por las células tumorales, también puede afectar a tejidos sanos que haya alrededor del tumor.
Los riesgos se clasifican según el momento de aparición:
Y según su localización:
En el aparato genitourinario (órganos urinarios y genitales), puede aparecer toxicidad vaginal con aparición de picor o alteraciones en la vejiga urinaria con cistitis aguda.
En el sistema nervioso aparición de mielopatía, que es la afectación de los nervios y que se manifiesta como dolor similar a una descarga eléctrica y posibles pérdidas de sensibilidad.
En el sistema endocrino puede aparecer hipotiroidismo.
A nivel del corazón pueden producir arritmias, enfermedad coronaria, miocarditis o inflamación del músculo del corazón, pericarditis o inflamación de la membrana que recubre al corazón.
A nivel pulmonar se puede dar una reacción inflamatoria del pulmón o neumonitis, que puede producir síntomas como sensación de falta de aire o disnea y tos seca y fiebre.
A nivel gastrointestinal pueden aparecer náuseas y vómitos, diarrea, deposiciones con sangre o moco, dolor abdominal, proctitis o inflamación del recto.
Además, el tratamiento con radioterapia incrementa levemente el riesgo de desarrollar otro cáncer debido a las modificaciones genéticas de las células que puede producir.
Antes de iniciar las sesiones de radioterapia, el médico le facilitará al paciente un consentimiento informado explicando en qué consiste el tratamiento y sus posibles efectos adversos o complicaciones.
El paciente debe informar al médico de las enfermedades que padece, de si porta marcapasos, prótesis, implante en el oído… etc. ya que estos pueden interferir en el tratamiento.
Durante las sesiones el paciente no debe portar ningún elemento metálico.
El paciente debe acudir a la aplicación de cada sesión con la piel limpia, sin haberse aplicado ningún producto como cremas o colonias.
Durante los días posteriores al tratamiento el paciente puede presentar determinados efectos secundarios agudos que podrán variar según la zona radiada. Incluso antes de iniciar el tratamiento, el oncólogo le explicará al paciente cuáles son los efectos que pueden aparecer y los tratamientos y recomendaciones que debe llevar.
Los pacientes que han recibido radioterapia externa deben seguir una serie de recomendaciones como beber bastantes líquidos, evitar el contacto sexual, usar utensilios de higiene individuales y mantener una adecuada higiene personal.
Si el paciente ha recibido radioterapia interna debe saber que puede emitir radiación, por lo que debe tomar una serie de medidas como no acercarse a una mujer embarazada o a niños, mantener una distancia de seguridad de metro y medio con las personas que se acerquen a él y no permanecer más de media hora con una persona en la misma sala.
El paciente debe seguir una alimentación adecuada y variada, normalmente tendrá poco apetito, por lo que es aconsejable que haga pequeñas comidas de forma más frecuente y siempre aproveche los momentos en los que sienta hambre. Debe protegerse del sol y cuidar su piel. Es recomendable que utilice ropa holgada y que transpire y hacer ejercicio de forma regular con una intensidad leve-moderada según la capacidad que él tenga.
Según el tipo de tumor y la situación del paciente la radioterapia se usará buscando distintos resultados:
Después de cada tratamiento con radioterapia, aparte de la mejoría clínica del paciente, el médico evaluará su efecto beneficioso sobre la reducción o desaparición del tumor realizando pruebas de imagen que evalúen la situación tumoral.
Además, se puede complementar esa información para evaluar el éxito tumoral determinando con análisis de sangre marcadores tumorales, que dan información al médico de la posible existencia de células tumorales en el organismo. Así mismo, en cada revisión se evaluará los efectos secundarios que hayan podido aparecer y se pautarán tratamientos para aliviarlos.
Las pautas y revisiones después de cada tratamiento radioterápico las marcarán el equipo de oncología según la situación del paciente y su evolución con los tratamientos aplicados.
Existen riesgos de toxicidad aguda de la radioterapia que aparecen en los tres primeros meses de tratamiento y se caracterizan por una reacción inflamatoria: irritaciones o quemaduras locales en la zona del tejido corporal que ha sido tratado. A veces esos síntomas irritantes se manifiestan como dolor, dificultad para tragar o disfagia, molestias urinarias o diarrea (según el sitio tratado). Suelen desaparecer con el tiempo y se instauran tratamientos para mitigar los síntomas.
También existe el riesgo de aparición de toxicidad subaguda, que son las alteraciones o síntomas que aparecen entre los tres y seis meses del tratamiento, y la toxicidad crónica, que es aquella alteración producida por la radioterapia que perdura más allá de los seis meses y que es más resistente a desaparecer con tratamientos específicos. Entre estas alteraciones están la aparición de fibrosis en el tejido y aparición de cicatrices anómalas.
La quimioterapia utiliza sustancias químicas, medicamentos, para producir el daño en la célula tumoral. La radioterapia utiliza elementos físicos como son la aplicación de partículas y ondas de alta energía como los rayos X, rayos gamma… etc.
Es el tratamiento con ondas de alta energía que se utiliza para disminuir la sintomatología y mejorar la calidad de vida del paciente pero no con fines curativos. Así, se intenta reducir la afectación y extensión del tumor en el organismo cuando este produce síntomas que complican y disminuyen la calidad de vida del paciente (por ejemplo, en el síndrome de compresión medular por metástasis vertebrales o la hipertensión intracraneal por metástasis cerebrales).
La braquiterapia es una forma de administración de la radioterapia en la cual se sitúa un elemento que emite radiación, en forma de semillas, cápsulas o listones, dentro del propio tumor en en zonas adyacentes a él. De esta manera el efecto de la radiación se ejerce sobre el propio tumor de manera muy directa para modificar el material genético de las células tumorales, evitar su multiplicación y provocar su muerte y eliminación corporal.
Se trata de un tipo de aplicación de la radioterapia que consiste en situar un elemento sólido o líquido dentro del organismo, administrado por vía oral o intravenosa en el caso de elementos líquidos. Es la llamada radioterapia sistémica, o situar dichos elementos en el interior del tumor o en zonas adyacentes en casos de elementos sólidos, lo que se denomina braquiterapia. Este elemento emite la radiación desde el interior del organismo para hacer el efecto de destruir las células tumorales y evitar su multiplicación.