La toma de la presión arterial es una prueba de diagnóstico complementaria, en la que se visualiza de manera indirecta la tensión que se produce en los vasos sanguíneos debido al paso del flujo sanguíneo y las características de la pared de estos vasos (arterias).
Esta toma se realiza con un aparato médico llamado esfingomanómetro o tensiómetro, que consta de un manguito que se coloca en el brazo y del que salen dos “tubitos”, uno hacia una bola en forma de pera que sirve para insuflar el brazalete, y el otro hacia el propio esfingomanómetro, que puede ser una columna de mercurio o un manómetro circular.
También puede realizarse mediante un aparato eléctrico que realiza las dos funciones, hinchar el brazalete y hacer el registro.
La toma de la presión arterial se realiza de forma indirecta con el esfingomanómetro tradicional. La realiza el médico o enfermero, colocando el manguito en el brazo del paciente, e insuflando el manguito hasta que la presión en el esfingomanómetro aumente 30mmHg por encima de aquella en la que el profesional deja de palpar dicho pulso en el vaso sanguíneo (en este caso la arteria llamada braquial, del brazo).
En ese momento colocará un fonendoscopio o estetoscopio (aparato médico para escuchar los sonidos del organismo, generalmente el latido del corazón), en la flexura del codo, y va desinflando poco a poco el manguito, liberando aire con una válvula que hay en la pera del aparato.
Así el profesional espera a escuchar con el fonendoscopio el ruido que genera la sangre cuando puede reiniciar de nuevo su paso por la arteria. Ese ruido corresponde con la tensión arterial sistólica (la máxima).
Después durante unos segundos el profesional irá escuchando ruidos normalmente rítmicos según el corazón late y va expulsando la sangre hacia las arterias. Cuando deja de oír ese ruido es lo que determina la tensión arterial diastólica (la mínima).
También se puede realizar la medida utilizando dispositivos semiautomáticos, aunque estos aparatos deben validarse para asegurarse de que obtienen unos resultados fiables. Dentro de estos dispositivos hay que resaltar que son más fiables los que presentan un manguito de brazo, y menos los que realizan la medida a nivel de la muñeca.
Cuando se realiza la medida de la tensión arterial en la consulta médica para hacer un diagnóstico o seguimiento de la hipertensión arterial, en cada visita del paciente deben tomarse dos determinaciones de la tensión arterial, y, en la primera visita, el médico o enfermero debe tomar la tensión al paciente tumbado boca arriba, de pie y en ambos brazos para después, tomar la tensión arterial en el brazo en el que se detecten las cifras más altas en la sucesivas revisiones.
Durante el llenado de aire del manguito del esfingomanómetro, este realiza una presión sobre el brazo que puede ser percibida como desagradable por el paciente, pero en raras ocasiones produce dolor.
Se pueden tener errores diagnósticos de hipertensión arterial si no se tienen en cuenta aquellas situaciones fisiológicas en las que la presión arterial puede aumentar, como en el ejercicio.
Si se usa un manguito más estrecho que el indicado para el diámetro del brazo del paciente, se pueden obtener medidas falsamente altas.
Los resultados de la medición de la presión arterial tomada de forma ambulatoria en el centro de salud, consulta o urgencias hospitalarias… etc. se saben en el mismo momento en el que el profesional sanitario hace la medida, y se los puede comunicar al paciente.
En los casos de la realización de MAPAS, el resultado de los registros realizados durante las medidas que se hacen a lo largo del día, se transcribe en gráficas, porcentajes y medias de los valores obtenidos. El informe que se realiza con el registro de esos datos se reenvía al médico que ha pedido el MAPA en unos días tras la realización de la prueba y este se lo comunicará al paciente, estableciendo tratamiento farmacológico si fuera preciso.
La presión sistólica (la máxima) en adultos sanos es de 100 – 140 mmHg y la diastólica (la mínima) es de 60 – 90 mmHg. Se considera una presión sanguínea anormal si da valores por encima de 140/90 mmHg, aunque siempre el explorador que valora los resultados debe tener en cuenta la edad del paciente ya que, por ejemplo, una tensión de 140/90 mmHg en un niño indicaría una hipertensión bastante severa, mientras que en una persona anciana se puede considerar en el límite de la normalidad, ya que de forma fisiológica la elasticidad de las paredes arteriales en estos pacientes se va perdiendo, lo que facilita que la presión arterial aumente.
La tensión alta es el aumento de la presión que existe en los vasos sanguíneos arteriales por encima de un límite que, por convenio de médicos y científicos tras la realización de numerosos estudios, se ha establecido que supone un aumento del riesgo cardiovascular (es decir, riesgo de sufrir enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos y el corazón como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares… etc.)
Se define como tensión arterial alta aquella con cifras superiores a 140 en la tensión arterial sistólica y 90 en la tensión arterial diastólica.
La tensión arterial es la presión o fuerza que ejerce la sangre cuando circula por los vasos sobre la pared de estos, en concreto de las arterias, y que viene determinada a la vez por las características de las paredes de las arterias, que a lo largo de la vida pueden sufrir modificaciones en cuanto a su estructura, pudiendo disminuir su distensibilidad y resistencia, lo que altera su función de distribución de la sangre (como sistema de conductos que la distribuye), y de amortiguación del impulso de salida de la sangre del corazón.
Nos referimos a la tensión arterial sistólica (a la que se llama coloquialmente alta o máxima), a aquella que ejerce la sangre cuando sale al torrente sanguíneo impulsada por el corazón, y tensión arterial iastólica (“baja o mínima”), aquella que se detecta en el momento en el que el corazón se está volviendo a llenar de sangre.
Se puede decir que es lo mismo, ya que lo que detecta de forma indirecta en la toma de la presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre sobre la pared arterial a su paso (presión), y la tensión que se produce en esa pared debida a ello y a la capacidad de adaptación de las paredes de las arterias al paso de ese flujo de sangre, es decir, su distensibilidad, amortiguación, resistencia y conducción del flujo de sangre.
Se considera que se puede realizar el diagnóstico de hipertensión arterial cuando al medir tensión arterial sistólica o diastólica se obtienen cifras mayores o iguales a 140 / 90 mmHg, medidas por un profesional sanitario en 3 ocasiones diferentes, a lo largo de 2 ó 3 semanas diferentes.
Se considera tensión baja o hipotensión cuando se tiene una tensión arterial por debajo de 100 / 60 mmHg.