Un trasplante renal es una operación para colocar un riñón sano de un donante vivo o fallecido en una persona cuyos riñones ya no funcionan correctamente. El riñón trasplantado asume la función de los riñones deficientes y el paciente no va necesitar más tratamiento con diálisis (que ayuda a filtrar la sangre para eliminar los desechos del cuerpo).
Los riñones son órganos con forma de judía que se encuentran a cada lado de la columna vertebral, justo debajo de la caja torácica. Su función principal consiste en filtrar y eliminar el exceso de desechos, minerales y líquido de la sangre mediante la producción de orina.
Un trasplante renal es un procedimiento se realiza con anestesia general, para que el paciente no esté consciente durante el procedimiento. El equipo quirúrgico controla la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el nivel de oxígeno en sangre a lo largo del procedimiento.
El riñón sano se transporta en agua fría con sal o solución salina, la cual preserva el órgano hasta 48 horas. El cirujano hace una incisión en el área abdominal inferior. Se coloca el nuevo riñón dentro de la parte baja del abdomen.
Los vasos sanguíneos del nuevo riñón se conectan a los vasos sanguíneos en la parte baja del abdomen, justo por encima de una de las piernas. La sangre circula a través del nuevo riñón, el cual produce orina exactamente como lo hacían sus propios riñones cuando estaban sanos.
Después, el uréter del nuevo riñón, osea, el tubo que une el riñón con la vejiga, se conecta a la vejiga. Los riñones propios se dejan en el lugar, a menos que estén causando hipertensión arterial, infecciones, o que sean demasiado grandes para el cuerpo del paciente. Por último, se cierra la herida.
El trasplante renal está indicado para:
El trasplante renal se realiza porque es el tratamiento elegido para la insuficiencia renal, de lo contrario, el paciente tendrá que usar diálisis de por vida.
La enfermedad renal terminal se presenta cuando los riñones ya no eliminan desechos y exceso de líquidos ni controlan los electrolitos como el sodio, el potasio y los minerales. Los desechos dañinos se acumulan en el cuerpo. La presión arterial puede elevarse, y el cuerpo puede retener el exceso de líquidos y no producir suficientes glóbulos rojos. Al recibir el trasplante de riñón, esto ayuda al paciente se sienta mejor, además de que este va a vivir más tiempo y va a mejorar su calidad de vida.
Los riesgos de un trasplante renal son:
La preparación de un trasplante renal, antes del procedimiento, y una vez se haya encontrado un donante, es necesario:
Para la recuperación de un trasplante renal, el paciente permanecerá en el hospital de 3 a 7 días. Después de esto, necesitará control cuidadoso por parte de un médico y exámenes de sangre regulares durante 1 a 2 meses. El período de recuperación total es aproximadamente de 6 meses.
Los resultados de un trasplante de riñón son bastante efectivos. El paciente siente que tiene una mejor calidad de vida después del trasplante.
Aquéllos que reciben un riñón de un donante vivo emparentado tienen mejor pronóstico que los que lo reciben de un donante fallecido. Con la finalidad de evitar el rechazo, casi todos los receptores de trasplante de riñón tienen que tomar medicamentos que inhiban su respuesta inmunitaria por el resto de sus vidas, lo cual se denomina terapia inmunosupresora.
Las personas que pueden donar un riñón son: un donante familiar vivo, emparentado con el receptor, como uno de los padres, un hermano o un hijo. Un donante no emparentado con el receptor, como un amigo o el cónyuge. Un donante muerto. Cualquiera de los donantes tiene que ser compatible con el receptor.
Una persona con transplante de riñón aumentará la vida media dependiendo de la procedencia del riñón. Un riñón de donante cadáver se sitúa en torno a los 10-12 años, y de unos 15 años o más cuando el riñón procede de un donante vivo no emparentado.
La ventajas del trasplante de riñón frente a la diálisis, son que tras el procedimiento el paciente hace una vida normal ya que no es necesario recibir diálisis, proceso que obliga al paciente a estar tres o cuatro días a la semana conectados a una máquina durante unas horas. Mejor calidad de vida, menor riesgo de muerte, una dieta menos estricta y disminución del coste del tratamiento.
Una nefrectomía es una operación quirúrgica en la que se extirpa total o parcialmente un riñón.