La fiebre no es una enfermedad, es un síntoma que nos alerta de una posible infección en el organismo. Es un mecanismo de defensa frente a las infecciones que activa el sistema inmunitario.
Ante una infección, la temperatura corporal se eleva por encima de los 37º para combatir a los virus y bacterias a los que les cuesta sobrevivir ante un aumento de la temperatura corporal.
La fiebre es un signo positivo de buen funcionamiento de nuestro sistema inmune.
En niños pequeños, la temperatura puede alcanzar hasta 40ºC y durar más días, dado que su sistema inmunológico es más débil.
Si la temperatura oscila entre 37ºC y 37.5ºC, se considera febrícula. Si la temperatura pasa los 37.5ºC, se considera fiebre. Estos datos son de temperatura tomada en axila.
La temperatura corporal oscila a lo largo del día, siendo más baja a primera hora de la mañana y más alta a la caída de la tarde.
Lo primero es hacer una medición de la temperatura.
Hacer una serie de preguntas al paciente sobre el posible contacto con personas enfermas, últimos viajes realizados, si la fiebre se asocia a otros síntomas como tos, dolor de cabeza, heridas, toma de medicamentos, procesos diarreicos, si ha pasado alguna enfermedad reciente, y si presenta molestias al orinar, entre otros.
Dependiendo de la posible causa se completará el estudio con:
En casos de sospecha de enfermedades concretas se pueden realizar:
En muchos casos, tanto el diagnóstico como el tratamiento, se debe realizar en un centro hospitalario.
El tratamiento será sintomático para bajar la fiebre y orientado a la causa que lo provoca.
Los medicamentos más usados para bajar la fiebre son:
Es importante, también, el empleo de remedios caseros o medios físicos:
Un adulto tiene fiebre cuando la temperatura corporal, medida en axila, se eleva por encima de 37.5ºC.
Se considera fiebre una temperatura a partir de 37.5ºC tomada en axila, la forma más recomendada.
Si se ha medido en la boca (debajo de la lengua), la temperatura sube 0.2ºC por lo que se considera fiebre a partir de 37.7ºC.
En niños pequeños también se puede tomar la temperatura en la ingle, pero es más recomendable en la axila.
La fiebre se puede bajar por medios físicos como baños de agua tibia, compresas frías, aligerando ropa o aumentando la ingesta de líquidos o bien tomando medicación como paracetamol, antiinflamatorios o ácido acetil salicílico (aspirina, menos en niños).
La fiebre amarilla es una infección viral hemorrágica que trasmite un mosquito del género Aedes y Haemagogus, frecuente en zonas de África y Sudamérica. Por lo que se recomienda la vacunación si se viaja a países donde la enfermedad es endémica.
No existe cura por lo que el tratamiento es sintomático.
Cursa con fiebre, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y en los casos más graves, problemas renales, cardiacos o hepáticos acompañados de ictericia (coloración amarilla de la piel) y hemorragias digestivas, de ahí que antiguamente se la llamara “fiebre del vómito negro”.
La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Salmonella Typhi, común en los países en desarrollo. Se caracteriza por fiebre elevada y síntomas abdominales como dolor, pérdida de apetito, dolor de cabeza, diarrea o estreñimiento. Se transmite por el agua o alimentos contaminados. Es una enfermedad grave que causa cada año entre 11-12 millones de personas enfermas, de la cuales, entre 128.000 y 161.000 mueren.
Actualmente existen dos tipos de vacuna y se trata con antibióticos.