Estudio pérdida de audición (revisión de los 4 años) en cualquier ciudad

De acuerdo con cifras facilitadas por la Organización Mundial de la Salud, el 60 % de los casos de pérdida de audición en infantes menores de 15 años son susceptibles de prevención. Sin embargo, en países con bajo poder adquisitivo este porcentaje puede aumentar a causa de infecciones mal diagnosticadas y tratadas, y decrecer en países con alto poder adquisitivo, ya que disponen de más recursos sanitarios para tratar tanto a la madre como al recién nacido.

Es muy importante tener en cuenta que al nacer, los órganos auditivos ya han madurado, pero tanto las conexiones nerviosas como la corteza auditiva del pequeño se desarrollarán a partir del estímulo del sonido. La falta de este estímulo traerá como consecuencia la falta del lenguaje, que empieza a desarrollarse en los pequeños por el reconocimiento de los sonidos, su aprendizaje y uso por repetición.

La adquisición del lenguaje se desarrolla durante el periodo que va del nacimiento a los tres años de edad. Un infante que no reciba estímulos sonoros durante ese periodo, será incapaz de desarrollar las competencias lingüísticas que se le suponen.

A medida que el pequeño va creciendo, la falta de audición ocasiona una reorganización de su córtex, haciendo que la zona de estímulos visuales se expanda a zonas que deberían corresponder a la corteza auditiva, por lo que cuanto más se tarde en paliar los efectos de la sordera, más persistente y profunda será esta. La sospecha de hipoacusia es una de las causas por las que es importante realizar un estudio de pérdida de audición en niños de 4 años.

¿Para qué sirve el sentido del oído?

Como es bien sabido, con este sentido no solo oímos, aprendemos a hablar y nos comunicamos. También nos ayuda a cumplir importantes funciones del desarrollo psico-social del individuo.

Cuando la sordera es precoz, binaural y profunda, su falta de diagnóstico puede degenerar en un síndrome psico-social complejo en el que destacan los problemas afectivos que se derivan del aislamiento, complicaciones del comportamiento, falta de integración tanto al núcleo familiar como al medio social que le rodea y, por tanto, falta de desarrollo intelectual. Además provoca en el paciente de cualquier edad una profunda frustración al no poder expresar lo que siente o lo que necesita para vivir con normalidad.

Para evitar todas estas consecuencias, la detección y el tratamiento precoz de la hipoacusia son fundamentales para iniciar el proceso de rehabilitación del infante. Al proporcionarle los medios para escuchar y comunicarse, le facilitan su integración social y un estado mental más equilibrado.

¿Qué es la hipoacusia?

Se define como hipoacusia la disminución de la capacidad auditiva del individuo. Esta disminución puede ser de distinto nivel y también tener múltiples orígenes.

Por su intensidad, la hipoacusia puede ser:

• Leve.
• Moderada.
• Severa.
• Profunda.

Por su localización:

• Conductiva.
• Neurosensorial.
• Mixta.
• Central.

Por su aparición:

• Prelocutiva.
• Prelocutiva.
• Postlocutiva.

Es muy importante que los padres estén muy atentos de los síntomas que puedan indicar hipoacusia en niños, pues cuanto antes se detecte, más rápida será la puesta en marcha de los medios de solución.

¿Existen factores de riesgo que nos sugieran hacer estudios preventivos de hipoacusia?

Sí, existen y son muy variados. Podemos señalar:

• Antecedentes familiares de sordera neurosensorial de origen congénito o de aparición precoz, ya sea hereditaria o de causa no declarada.
• Infección de la madre durante la gestación por herpes, citomegalovirus, ETS, toxoplasmosis o rubeola.
• Malformaciones craneofaciales que afectan la línea facial media o las estructuras del oído en general.
• Neonatos prematuros con peso inferior a los 1500 gramos.
• Empleo de medicamentos ototóxicos durante la gestación o a partir del nacimiento.
• Alcoholismo o drogadicción de la madre durante la gestación.
• Meningitis bacteriana en el infante de cualquier edad.
• Accidente hipóxico-isquémico particularmente en el momento del parto pero también a cualquier edad.
• Ventilación mecánica prolongada (superior a cinco días).
• Traumatismo craneoencefálico con pérdida de conciencia.

Y un larguísimo etcétera, por lo que es muy recomendable la vigilancia de los padres y su rápida reacción ante la primera sospecha de pérdida de audición.

¿Cuál es un buen momento para realizar un estudio de pérdida de audición?

Normalmente, coincidiendo con la llegada a los cuatro años de edad de un infante y aunque esté sano, se recomienda someterlo a un estudio de salud pediátrico. A través de este, se pueden detectar de forma temprana muchos problemas de salud, o simplemente constatar que el pequeño se encuentra en perfecto estado.

Dentro de los parámetros que se analizarán en ese estudio, se encuentran ciertas pruebas que ayudan a detectar hipoacusias. En el caso de sospecharse, se realizarán pruebas orientadas a la confirmación del diagnóstico.

¿Dónde se realizan estas pruebas de detección precoz?

Las pruebas preventivas de los cuatro años, así como otras pruebas, se realizan en las consultas de pediatría general. En la web de Savia se ofrece un listado exhaustivo de centros pediátricos en muchas ciudades del territorio nacional.

En la misma web se puede adquirir esta prueba por un precio de 32 €.

¿Se necesita preparación especial para la prueba de hipoacusia en niños?

No hace falta ninguna preparación específica. Sin embargo, es posible que el especialista y su equipo soliciten ayuda a los padres para la realización del test, pues, dependiendo de la prueba, tal vez se deba someter al niño al audímetro, que es una cámara aislada acústicamente.

¿Qué tipo de pruebas se realizan?

La exploración audiológica puede realizarse usando varios métodos subjetivos para detectar hipoacusia.

Generalmente, a la edad de cuatro años se realizará una audiometría de actuación que consiste en situar a la niña o el niño ante un juguete eléctrico, indicándole que cada vez que oiga un sonido a través de los auriculares que se le coloquen, debe apretar el pulsador para que el juguete se ponga en marcha.

Este tipo de prueba permite estudiar con bastante precisión ambos oídos independientemente.

También se puede realizar una acumetría a esta edad.

En caso de constatar la existencia de una hipoacusia, el pediatra podrá solicitar la realización de pruebas objetivas que ayudarán a determinar el grado de afectación.