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Cómo Tratar la Conjuntivitis Infantil
Verás que tus hijos con frecuencia padecen conjuntivitis y eso no te debe alarmar. La conjuntivitis se define como una infección de la conjuntiva , que es una capa transparente que tapiza el ojo en su superficie y en la parte interna de los párpados. E n lenguaje más coloquial: no es una inflamación del ojo, sino de su envoltura y, por esta circunstancia, en principio, tiene un pronóstico favorable.
Cuáles son sus causas
La causa más frecuente de conjuntivitis durante la infancia es la infección , pero existen otras causas conocidas como, por ejemplo, la alergia o la irritación por agentes externos, entre otros ejemplos.
La observación del cortejo sintomático que acompaña a las conjuntivitis es de gran ayuda para intentar diferenciar cada tipo y así poder aplicar el tratamiento más específico y adecuado.
Conjuntivitis bacteriana
Este tipo de conjuntivitis está causada generalmente por bacterias del tipo Staphilococcus Aureus , Streptococcus Pneumoniae y pyogenes , Haemophilus Influenza y Proteus .
Los signos y síntomas más habituales son:
Secreción ocular purulenta, pastosa y verdosa que suele ser unilateral, es decir, que afecta a un solo ojo o, desde un principio, ya afecta a ambos ojos a la vez.
Edema (hinchazón) de párpado, que puede llegar a ser moderado.
No suele haber ganglios inflamados.
Es frecuente la aparición de membranas amarillentas en la conjuntiva dentro del párpado, que al desprenderse pueden provocar pequeñas hemorragias.
El tratamiento se basa en la administración de antibióticos tópicos (en colirio) como polimixina B, tobramicina, eritromicina o ciprofloxacino (son los colirios de Oftalmowell ® o Tobrex ® que muy frecuentemente os habrán recetado).
Conjuntivitis vírica
En estas conjuntivitis, el agente causal más frecuente es el adenovirus . Otros virus comunes son el picornavirus, el coxackie y el herpes. Las conjuntivitis víricas suelen durar más tiempo que las bacterianas y son muy contagiosas.
Los signos y síntomas más habituales son:
Secreción ocular serosa clara, que puede afectar primero sólo a un ojo y luego hacerse bilateral.
Hiperemia (enrojecimiento) conjuntival.
El edema (congestión) conjuntival suele ser mínimo.
Es frecuente observar adenopatías (ganglios inflamados) en la zona preauricular (delante del pabellón auricular).
El niño siente molestia, de tipo picor o sensación de tener arenilla en el ojo.
Puede haber fotofobia (intolerancia o molestia con la luz).
El tratamiento específico no existe, pero se suelen utilizar colirios antibióticos como los enumerados anteriormente, para prevenir las sobreinfecciones bacterianas.
Conjuntivitis fúngica (provocadas por hongos).
Este tipo de conjuntivitis aparecen en niños inmunodeprimidos (con defensas bajas) y están provocadas habitualmente por el hongo candida albicans.
El tratamiento consiste en la administración de medicamentos de tipo anfotericina B o flucitosina oral.
Conjuntivitis neonatal
Es un entidad específica que se produce en los primeros 28 días de vida y, generalmente, por la exposición del recién nacido a la flora vaginal durante el paso por el canal del parto. También se han descrito casos en partos por cesárea con rotura prolongada de las membranas ovulares (rotura de aguas muy precoz) y se incluirían en este grupo, también, aquellas conjuntivitis adquiridas por contagio a partir de familiares que presentan conjuntivitis durante el primer mes de vida. Son especialmente vulnerables los recién nacidos prematuros, por la inmadurez de su sistema inmunológico. Cursa con síntomas muy profusos en algunos casos, con mucha secreción y son menos aparatosas en otros casos. La instauración de medidas profilácticas estandarizadas en los países industrializados (aplicación protocolaria de pomadas antibióticas oftálmicas a todo recién nacido, nada más nacer) ha disminuido drásticamente la incidencia de conjuntivitis por el germen de la gonorrea ( Neisseria gonorrhoeae ).
Conjuntivitis alérgica
Es muy común y suele confundirse con las conjuntivitis infecciosas . Engloba distintos tipos de trastornos de tipo inflamatorio, originados por una reacción de hipersensibilidad.
Los signos y síntomas más típicos son:
Suelen afectar a ambos ojos (bilaterales).
La secreción ocular suele ser mucoide.
Picor intenso.
Fotofobia (intolerancia a la luz).
Edema (hinchazón) ocular moderado-intenso con epifora (lagrimeo) importante.
No se observan adenopatías (ganglios inflamados).
Dentro de este grupo podemos diferenciar los siguientes tipos :
Conjuntivitis alérgica estacional. Se registra una incidencia mayor en determinadas estaciones del año, en relación con la eliminación de pólenes concretos por parte de algunas plantas, que se transmiten por vía aérea. La rinitis (secreción acuosa nasal) y los síntomas alérgicos asociados son frecuentes y ayudan a realizar un buen diagnóstico.
Conjuntivitis vernal o primaveral. También tiene carácter estacional, y empeora en los meses más cálidos. Suele existir una historia familiar de alergia hasta en el 65% de los casos y, en más de la mitad de ellos, se asocian otros síntomas de atopia (alergia). Implica una reacción de hipersensibilidad denominada retardada en la que intervienen determinadas células sanguíneas denominadas eosinófilos y mastocitos. La conjuntiva palpebral presenta a veces hipertrofia (engrosamiento) que provoca unos abultamientos gigantes conocidos como papilas empedradas.
Conjuntivitis atópica. Se manifiesta en niños con antecedentes de asma o dermatitis atópica. El mecanismo de producción también es la hipersensibilidad y los síntomas, por orden de frecuencia, serían el picor, el lagrimeo, la secreción mucosa, el enrojecimiento ocular, la fotofobia…
Conjuntivitis o queratoconjuntivitis flictenular. Se caracteriza por la presencia de nódulos inflamatorios de color blanco o gris pálido, con reacción vascular asociada (enrojecimiento). Antiguamente, la causa más frecuente de este tipo era el germen de la tuberculosis.
El tratamiento de las conjuntivitis alérgicas comprende, en las fases iniciales, el uso de colirios antihistamínicos y, en casos intensos, colirios de corticoides (siempre bajo supervisión oftalmológica). En la fase de estabilización y preventiva de futuras reactivaciones, durante temporadas más largas, se puede recurrir a colirios estabilizadores de mastocitos (cromoglicato disódico al 4%), colirios antiinflamatorios (AINE) o colirios antihistamínicos. No hay que olvidar el tratamiento de fondo (ambiental e inmunoterapia con vacunas), si procede.
RECUERDA…
Todas las conjuntivitis infecciosas son muy contagiosas y se transmiten por contacto directo persona-persona, a través de las secreciones oculares, nasales… La prevención se basa en el lavado de manos frecuente y la evitación del contacto, en la medida de lo posible.
Las conjuntivitis bacterianas, a diferencia del resto, producen un exudado mucopurulento (de moco y pus) que las caracteriza.
El picor y el escozor intenso son más propios de las conjuntivitis alérgicas.
En general, se trata de una afección leve.
Pueden existir complicaciones cuando aparecen síntomas como dolor ocular importante, hinchazón llamativa de los párpados, incapacidad para mover el ojo, etc.
En general, el tratamiento será tópico (directamente sobre el ojo), mediante la instilación de colirios durante el día (una gota, tres o cuatro veces al día, durante cinco días), y, en ocasiones, ayudados por formatos tipo pomada, durante la noche.
Para despegar los párpados y limpiar las secreciones legañosas secas y costras se puede utilizar suero fisiológico estéril, agua hervida tibia o infusión tipo manzanilla tibia, aplicados con un algodón o gasa suave.
Para aliviar molestias se pueden aplicar compresas frías o tibias sobre los ojos, usar lágrimas artificiales lubricantes o administrar analgésicos-antiinflamatorios, como el ibuprofeno.
La aplicación de la gota de colirio en el párpado de un niño se puede hacer en el borde lacrimal inferior (por dentro del párpado inferior) esperando a que luego el niño parpadee varias veces durante unos segundos.
Se debe tener en cuenta que algunos colirios como los corticoideos, antihistamínicos, antiinflamatorios… no se deben administrar, salvo circunstancias excepcionales y siempre bajo supervisión médica, a niños menores de tres años, ya que no existen estudios sobre su seguridad farmacológica.